ORACIÓN CADA DÍA

Oración por la Paz
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Oración por la Paz
Jueves 15 de marzo


Lectura de la Palabra de Dios

Gloria a ti, oh Señor, sea gloria a ti

Este es el Evangelio de los pobres,
la liberación de los prisioneros,
la vista de los ciegos,
la libertad de los oprimidos.

Gloria a ti, oh Señor, sea gloria a ti

Primera Timoteo 4,1-11

El Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos apostatarán de la fe entregándose a espíritus engañadores y a doctrinas diabólicas, por la hipocresía de embaucadores que tienen marcada a fuego su propia conciencia; éstos prohíben el matrimonio y el uso de alimentos que Dios creó para que fueran comidos con acción de gracias por los creyentes y por los que han conocido la verdad. Porque todo lo que Dios ha creado es bueno y no se ha de rechazar ningún alimento que se coma con acción de gracias; pues queda santificado por la Palabra de Dios y por la oración. Su tú enseñas estas cosas a los hermanos, serás un buen ministro de Cristo Jesús, alimentado con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido fielmente. Rechaza, en cambio, las fábulas profanas y los cuentos de viejas. Ejercítate en la piedad. Los ejercicios corporales sirven para poco; en cambio la piedad es provechosa para todo, pues tiene la promesa de la vida, de la presente y de la futura. Es cierta y digna de ser aceptada por todos esta afirmación: Si nos fatigamos y luchamos es porque tenemos puesta la esperanza en Dios vivo, que es el Salvador de todos los hombres, principalmente de los creyentes. Predica y enseña estas cosas.

 

Gloria a ti, oh Señor, sea gloria a ti

El Hijo del hombre,
ha venido a servir,
quien quiera ser grande
se haga siervo de todos.

Gloria a ti, oh Señor, sea gloria a ti

Tras haber concluido la enumeración de las disposiciones relativas a la organización de la Iglesia con la exaltación de Cristo, Pablo vuelve a ocuparse de la "batalla" que Timoteo debe combatir contra los herejes, de los cuales ya hablado anteriormente (1, 3-20). El orden de la vida comunitaria y su organización a través de los cargos de obispo y diácono, junto con preservar a la comunidad de falsas doctrinas, son las exigencias fundamentales que Pablo recomienda vivamente a su discípulo. Sin embargo, mientras al principio habló de la necesidad de guardarse de las enseñanzas de los herejes (1, 3-20), ahora el apóstol considera más de cerca sus pretensiones acerca de la conducta de vida. Advierte sobre todo de no escandalizarse de su presencia en la comunidad; Jesús mismo ya había puesto en guardia a los discípulos: "Mirad que no os engañe nadie. Vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: `Yo soy', y engañarán a muchos" (Mc 13, 5 ss.). Los herejes siguen a "espíritus engañadores y a doctrinas diabólicas" porque destruyen la verdad del Evangelio y la unidad de la comunidad. Los signos y la piedad de que hacen ostentación no son auténticos; son embaucadores que tienen "marcada a fuego su propia conciencia", como se hacía entonces con los esclavos. Los falsos maestros son de hecho esclavos del pecado, instrumentos de los demonios, de Satanás, y Pablo pronuncia contra ellos un juicio durísimo. Sin embargo su presencia no debe inquietar a la comunidad ni a Timoteo: incluso esto forma parte del plan salvífico de Dios. La propuesta que ellos hacen de renunciar al matrimonio y la exhortación a abstenerse de ciertos alimentos no tiene nada que ver con el Evangelio. Pablo afirma con decisión que "todo lo que Dios ha creado es bueno"; todos los dones de la creación pueden ser acogidos y usados con gratitud y alegría por los cristianos. Timoteo, por su parte, debe ayudar a la comunidad en su correcto uso, demostrando de este modo que "las palabras de la fe y de la buena doctrina" de Jesús constituyen su alimento espiritual. En tono despreciativo Pablo llama a la doctrina de los falsos doctores "fábulas profanas" y "cuentos de viejas". Timoteo debe mostrar siempre con mayor claridad, mediante las palabras y la vida, la esencia de la doctrina de Cristo, que se resume en el mandamiento del amor a Dios y al prójimo. Para este fin -añade el apóstol- la lucha y el entrenamiento físico "sirven para poco", porque proporcionan habilidad y salud sólo en la vida terrena; mucho más decisivos son los ejercicios de piedad, que llevan a la futura "vida eterna".

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.