ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de la Madre del Señor
Palabra de dios todos los dias

Memoria de la Madre del Señor

Recuerdo de san Bonifacio, obispo y mártir. Anunció el Evangelio en Alemania y fue asesinado mientras celebraba la Eucaristía (+754) Leer más

Libretto DEL GIORNO
Memoria de la Madre del Señor
Martes 5 de junio

Recuerdo de san Bonifacio, obispo y mártir. Anunció el Evangelio en Alemania y fue asesinado mientras celebraba la Eucaristía (+754)


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Espíritu del Señor está sobre ti,
el que nacerá de ti será santo.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Primera Tesalonicenses 3,6-13

Nos acaba de llegar de ahí Timoteo y nos ha traído buenas noticias de vuestra fe y vuestra caridad; y dice que conserváis siempre buen recuerdo de nosotros y que deseáis vernos, así como nosotros a vosotros. Así pues, hermanos, hemos recibido de vosotros un gran consuelo, motivado por vuestra fe, en medio de todas nuestras congojas y tribulaciones. Ahora sí que vivimos, pues permanecéis firmes en el Señor. Y ¿cómo podremos agradecer a Dios por vosotros, por todo el gozo que, por causa vuestra, experimentamos ante nuestro Dios? Noche y día le pedimos insistentemente poder ver vuestro rostro y completar lo que falta a vuestra fe. Que Dios mismo, nuestro Padre y nuestro Señor Jesús orienten nuestros pasos hacia vosotros. En cuanto a vosotros, que el Señor os haga progresar y sobreabundar en el amor de unos con otros, y en el amor para con todos, como es nuestro amor para con vosotros, para que se consoliden vuestros corazones con santidad irreprochable ante Dios, nuestro Padre, en la Venida de nuestro Señor Jesucristo, con todos sus santos.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

He aquí Señor, a tus siervos:
hágase en nosotros según tu Palabra.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Las buenas noticias que Timoteo transmite a Pablo sobre la comunidad de Tesalónica son para él una alegre y consoladora noticia, una "buena noticia", como dice literalmente el texto. Pablo se siente consolado porque su trabajo no solo no ha sido en vano, sino que está dando frutos. Y el recuerdo que conservan de él, junto al deseo de volverle a ver, place especialmente a Pablo, entre otras cosas porque muestra el sentido concreto de la comunión evangélica. La comunión no es simplemente un vínculo en el plano psicológico, sino una relación vital que une la comunidad con el apóstol. Así pues, no es suficiente que una comunidad viva una "fe" laboriosa y una activa "caridad" (cf. 1,3). Si sigue cerrada en sí misma, no es "firme en el Señor" (3,8). Solo en la comunión con las demás comunidades el Señor se hace plenamente presente entre los creyentes. El deseo que tienen los tesalonicenses de estar de nuevo con Pablo (y también el deseo del apóstol de volverles a ver) manifiesta la concreción de la comunión hecha de relaciones personales efectivas, tejido indispensable de la fraternidad. Pablo se encuentra a cuatrocientos kilómetros de Tesalónica, pero hace todo lo posible para estar en contacto con ellos, a veces a través de enviados. La comunión se alimenta y se solidifica a través de las relaciones directas y personales, a través de las que se manifiestan el amor, la cordialidad y la amabilidad. Pablo, tal vez recordando los rostros de los cristianos de la comunidad a la que amó y cuidó, no sabe qué ofrecer a Dios como agradecimiento. El amor por aquellos hijos que ha engendrado en la fe se hace inmediatamente oración, súplica "insistente", no solo para poderles volver a ver pronto, sino también para "completar lo que falta a vuestra fe" (3,10). Pablo tiene muy presente que el creyente, como toda comunidad, debe continuar creciendo en la fe y en el amor. Conocer a Jesús requiere escuchar cada día la Palabra de Dios. Y Pablo siente la gran responsabilidad de ayudarles en este crecimiento. Por eso le pide a Dios que "oriente" sus pasos hacia ellos, ya que Satanás, hasta el momento, se ha interpuesto en el camino (2,18). Pero ya con esta epístola les exhorta a "progresar" y aún más, a "sobreabundar" en el amor mutuo y hacia los demás, como él mismo hace con ellos. El amor que Dios da a sus hijos es como una fuente que rebosa continuamente porque no tiene límites. Quien acoge en su corazón el amor de Dios vive de él y ya desde ahora posee el futuro.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.