ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de los pobres
Palabra de dios todos los dias

Memoria de los pobres

Recuerdo de Floribert Bwuana Chui, joven congoleño de la Comunidad de Sant'Egidio asesinado por desconocidos en Goma porque se opuso a un intento de corrupción. Leer más

Libretto DEL GIORNO
Memoria de los pobres
Lunes 8 de julio

Recuerdo de Floribert Bwuana Chui, joven congoleño de la Comunidad de Sant’Egidio asesinado por desconocidos en Goma porque se opuso a un intento de corrupción.


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Este es el Evangelio de los pobres,
la liberación de los prisioneros,
la vista de los ciegos,
la libertad de los oprimidos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Jeremías 3,1-11

Supongamos que despide un marido a su mujer;
ella se va de su lado
y es de otro hombre:
¿podrá volver a él?
¿no sería como una tierra manchada?
Pues bien, tú has fornicado con muchos compañeros,
¡y vas a volver a mí! - oráculo de Yahveh -. Alza los ojos a los calveros y mira:
¿en dónde no fuiste gozada?
A la vera de los caminos te sentabas para ellos,
como el árabe en el desierto,
y manchaste la tierra
con tus fornicaciones y malicia. Se suspendieron las lloviznas de otoño,
y faltó lluvia tardía;
pero tú tenías rostro de mujer descarada,
rehusaste avergonzarte. ¿Es que entonces mismo no me llamabas: "Padre mío;
el amigo de mi juventud eres tú?; ¿tendrá rencor para siempre?,
¿lo guardará hasta el fin?"
Ahí tienes cómo has hablado;
las maldades que hiciste las has colmado. Yahveh me dijo en tiempos del rey Josías: ¿Has visto lo que hizo Israel, la apóstata? Andaba ella sobre cualquier monte elevado y bajo cualquier árbol frondoso, fornicando allí. En vista de lo que había hecho, dije: "No vuelvas a mí." Y no volvió. Vio esto su hermana Judá, la pérfida; vio que a causa de todas las fornicaciones de Israel, la apóstata, yo la había despedido dándole su carta de divorcio; pero no hizo caso su hermana Judá, la pérfida, sino que fue y fornicó también ella, tanto que por su liviandad en fornicar manchó la tierra, y fornicó con la piedra y con el leño. A pesar de todo, su hermana Judá, la pérfida, no se volvió a mí de todo corazón, sino engañosamente - oráculo de Yahveh. Y me dijo Yahveh: Más justa se ha manifestado Israel, la apóstata, que Judá, la pérfida.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Hijo del hombre,
ha venido a servir,
quien quiera ser grande
se haga siervo de todos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

En la Biblia el amor de Dios por su pueblo a menudo se expresa como el amor del esposo por la esposa. Y demuestra una grandeza y una fidelidad que van más allá de lo que humanamente se puede esperar y más allá de lo que el creyente puede dar a cambio. Ante un amor así todos estamos siempre en deuda. Jeremías afirma que el Señor había repudiado a Israel a causa de la idolatría, entendida como una auténtica prostitución, por tanto, una traición del amor exclusivo con el que Dios lo había rodeado. La imagen de la prostitución es frecuente en la Biblia para describir la traición que Israel comete ante Dios, el esposo. Israel y Judá, las dos partes en las que se había dividido el reino de David, representan la totalidad de un pueblo que se había rebelado contra su Señor contaminando así la tierra. La rebelión de Dios tiene consecuencias incluso sobre la creación y sobre la naturaleza. Quien se aleja del Señor se seca como aquella tierra sobre la que deja de llover. Pero el Señor se presta siempre a escuchar el grito proveniente de los hijos que necesitan ayuda. Y no desprecia la oración de quien está necesitado. Sí, realmente el Señor es nuestro padre y también nuestro amigo. Podemos dirigirnos a él con las palabras: «Padre mio, tú, el amigo de mi juventud». Él no guarda para siempre su ira, no expulsa de su presencia a quien le tiende la mano. Pero la palabra profética nos advierte que no nos obstinemos en recorrer el camino del mal. Más bien, debemos aprender a buscar al Señor siempre, en todo momento y no solo en los momentos difíciles: cada día necesitamos su ayuda. Si escuchamos su palabra, descubriremos no solo que necesitamos salvación, sino también, y sobre todo, que el Señor tiene una respuesta buena y cariñosa.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.