ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de los santos y de los profetas
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Memoria de los santos y de los profetas
Miércoles 18 de septiembre


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Ustedes son una estirpe elegida,
un sacerdocio real, nación santa,
pueblo adquirido por Dios
para proclamar sus maravillas.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Jeremías 33,1-26

De nuevo fue dirigida la palabra de Yahveh a Jeremías, que estaba aún detenido en el patio de la guardia, en estos términos: Así dice Yahveh, hacedor de la tierra, que la formó para hacerla subsistir, Yahveh es su nombre: Llámame y te responderé y mostraré cosas grandes, inaccesibles, que desconocías. Porque así dice Yahveh, el Dios de Israel, tocante a las casas de esta ciudad y a las de los reyes de Judá que han sido derruidas. Junto a los terraplenes y a la espada, se traba combate con los caldeos para llenar la ciudad de cadáveres humanos, a los que herí en mi ira y mi furor, y por cuya malicia oculté mi rostro de esta ciudad. He aquí que yo les aporto su alivio y su medicina. Los curaré y les descubriré una corona de paz y seguridad. Haré tornar a los cautivos de Judá y a los cautivos de Israel y los reedificaré como en el pasado, y los purificaré de toda culpa que cometieron contra mí, y perdonaré todas las culpas que cometieron contra mí, y con que me fueron rebeldes. Jerusalén será para mí un nombre evocador de alegría, será prez y ornato para todas las naciones de la tierra que oyeren todo el bien que voy a hacerle, y se asustarán y estremecerán de tanta bondad y de tanta paz como voy a concederle. Así dice Yahveh: Aún se oirá en este lugar, del que vosotros decís que está abandonado, sin personas ni ganados, en todas las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén desoladas, sin personas ni habitantes ni ganados, voz de gozo y de alegría, la voz del novio y la voz de la novia, la voz de cuantos traigan sacrificios de alabanza a la Casa de Yahveh diciendo: "Alabad a Yahveh Sebaot, porque es bueno Yahveh, porque es eterno su amor", pues haré tomar a los cautivos del país, y volverán a ser como antes - dice Yahveh -. Así dice Yahveh Sebaot: Aún habrá en este lugar abandonado de hombres y ganados y en todas sus ciudades, dehesa de pastores que hagan acostarse a las ovejas: en las ciudades de la Montaña, y en las de la Tierra Baja, en las del Négueb y en la tierra de Benjamín y en los contornos de Jerusalén y en las ciudades de Judá, volverán a pasar ovejas ante la mano del que las cuente - dice Yahveh. Mirad que días vienen - oráculo de Yahveh - en que confirmaré la buena palabra que dije a la casa de Israel y a la casa de Judá. En aquellos días y en aquella sazón
haré brotar para David un Germen justo,
y practicará el derecho y la justicia en la tierra. En aquellos días estará a salvo Judá,
y Jerusalén vivirá en seguro.
Y así se la llamará:
"Yahveh, justicia nuestra." Pues así dice Yahveh: No le faltará a David quien se siente en el trono de la casa de Israel; y a los sacerdotes levíticos no les faltará quien en presencia mía eleve holocaustos y queme incienso de oblación y haga sacrificio cada día. Fue dirigida la palabra de Yahveh a Jeremías como sigue: Así dice Yahveh: Si llegareis a romper mi alianza con el día y con la noche, de suerte que no sea de día o de noche a su debido tiempo, entonces también mi alianza romperíais con mi siervo David, de suerte que le falte un hijo que reine sobre su trono y con los levitas sacerdotes, mis servidores. Así como es incontable el ejército de los cielos, e incalculable la arena de la mar, así multiplicaré el linaje de mi siervo David y de los levitas que me sirven. Fue dirigida la palabra de Yahveh a Jeremías como sigue: ¿No has visto qué ha dicho este pueblo?: "Los dos linajes que había elegido Yahveh, los ha rechazado", y a mi pueblo menosprecian, como que ni lo tienen por nación. Pues bien, dice Yahveh: Si no he creado el día y la noche, ni las leyes de los cielos y la tierra he puesto, en ese caso también rechazaré el linaje de Jacob y de mi siervo David, para no escoger más de su linaje a quienes imperen sobre el linaje de Abraham, Isaac y Jacob, cuando yo haga tornar a sus cautivos y les tenga misericordia.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

Ustedes serán santos
porque yo soy santo, dice el Señor.

Aleluya, aleluya, aleluya.

La Palabra del Señor dura eternamente y su alianza no decaerá. Así lee el profeta la historia de su pueblo. Esta certeza del profeta parece contrastar con la actualidad de un asedio que parece llegar a una conclusión victoriosa. Las máquinas de guerra asedian Jerusalén y sus defensores están muertos o han caído presos de los caldeos. La ciudad parece ya una sombra de sí misma. No obstante, llegará la salvación porque las heridas profundas que ha recibido el país se curarán; el pueblo se recuperará y volverán la alegría y los cantos por las calles. El Señor, que es fiel a su alianza y no puede permitir la aniquilación de su pueblo, interviene con fuerza a favor suyo y cambia la suerte de un pueblo al que los enemigos querían borrar de la historia. Pero la salvación pasa por la purificación de los crímenes cometidos. Y el primero de todos, del que dependen todos los demás, es el orgullo que, a causa de su insensatez, lleva al cegamiento de la autojustificación. Efectivamente, el pueblo, cegado por el orgullo, pensaba que Dios nunca iba a permitir la destrucción del templo de Jerusalén. A pesar de las numerosas intervenciones de los profetas, no habían comprendido que el verdadero escándalo ante Dios eran la injusticia contra el prójimo, la opresión de los pobres y el culto a los ídolos (cfr. Jr 7,4-6). Purificar significa corregir y ante todo perdonar. El Señor le perdonó a su pueblo las rebeliones que habían roto la alianza y habían reducido la fe en Él a un vago recuerdo, casi inexistente. La fe sin la justicia, no se aguanta. Por eso el Señor fue más allá y quiso enviar «un Germen justo» que aplicara «la justicia en la Tierra» (v. 15). El Mesías de Dios, efectivamente, según la profecía de Isaías (42,1) que retomó Mateo (12,18), «anunciará el juicio a las naciones». Jesús, descendiente de David, será aquel germen que no abandonará a los pobres a su suerte, que dará la salud a los enfermos, que dará a todos la salvación. La justicia inundará la Tierra y la piedad del Señor no se apagará.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.