ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de la Iglesia
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Memoria de la Iglesia
Jueves 14 de noviembre


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Yo soy el buen pastor,
mis ovejas escuchan mi voz
y devendrán
un solo rebaño y un solo redil.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Primero de los Macabeos 11,1-37

El rey de Egipto reunió fuerzas numerosas como las arenas que hay a orillas del mar y muchas naves. Intentaba hacerse por astucia con el reino de Alejandro y unirlo al suyo. Salió, pues, para Siria en son de paz y la gente de las ciudades le abría las puertas y salía a su encuentro, ya que tenían orden del rey Alejandro de salir a recibirle por ser suegro suyo. Pero una vez que entraba en las ciudades, Tolomeo ponía tropas de guarnición en cada una de ellas. Cuando llegó cerca de Azoto le mostraron el templo de Dagón incendiado, la ciudad y sus aldeas destruidas, los cadáveres por el suelo y los restos calcinados de los abrasados en la guerra, pues habían hecho montones de ellos por el recorrido del rey. Le contaron lo que Jonatán había hecho para que el rey le censurara, pero el rey guardó silencio. Jonatán fue al encuentro del rey a Joppe con fasto; se saludaron y pasaron allí aquella noche. Acompañó Jonatán al rey hasta el río llamado Eléuteros y regresó a Jerusalén. Por su parte el rey Tolomeo se hizo dueño de las ciudades de la costa hasta Seleucia Marítima y meditaba planes malvados contra Alejandro. Envió embajadores al rey Demetrio diciéndole: «Ven y concertemos entre nosotros una alianza. Te daré mi hija, la que tiene Alejandro, y reinarás en el reino de tu padre. Estoy arrepentido de haberle dado mi hija pues ha intentado asesinarme.» Le hacía estos cargos porque codiciaba su reino. Quitándole, pues, su hija se la dio a Demetrio, rompió con Alejandro y quedó manifiesta la enemistad entre ambos. Tolomeo entró en Antioquía y se ciñó la diadema de Asia, con lo que rodeó su frente de dos diademas, la de Egipto y la de Asia. En este tiempo se encontraba el rey Alejandro en Cilicia por haberse sublevado la gente de aquella región. Al saber lo que ocurría, vino a luchar contra él. Tolomeo salió con fuerzas poderosas, fue a su encuentro y le derrotó. Alejandro huyó a Arabia buscando un refugio allí y el rey Tolomeo quedó triunfador. El árabe Zabdiel cortó la cabeza a Alejandro y se la envió a Tolomeo. Pero tres días después murió el rey Tolomeo y los que estaban en sus plazas fuertes perecieron a manos de los que las habitaban. Demetrio comenzó a reinar el año 167. Por aquellos días juntó Jonatán a los de Judea para atacar la Ciudadela de Jerusalén y levantó contra ella muchos ingenios de guerra. Entonces algunos rebeldes que odiaban a su nación acudieron al rey a anunciarle que Jonatán tenía puesto cerco a la Ciudadela. La noticia le irritó, y nada más oírla, se puso en marcha y vino a Tolemaida. Escribió a Jonatán que cesara en el cerco y que viniera a verle lo antes posible a Tolemaida para entrevistarse con él. Al enterarse, ordenó Jonatán que se siguiese el cerco, eligió ancianos de Israel y sacerdotes y se expuso a sí mismo al peligro. Tomando plata, oro, vestidos y otros presentes en gran cantidad, partió a verse con el rey en Tolemaida y halló gracia ante él. Algunos sin ley de la nación le acusaron, pero el rey le trató como le habían tratado sus predecesores y le honró en presencia de todos sus amigos. Le confirmó en el sumo sacerdocio y en todos los honores que antes tenía, e hizo que se le contara entre sus primeros amigos. Jonatán pidió al rey que dejara libres de impuesto a Judea y a los tres distritos de Samaría, a cambio de trescientos talentos que le prometía. Accedió el rey y escribió a Jonatán una carta sobre todos estos puntos redactada de la forma siguiente: «El rey Demetrio saluda a su hermano Jonatán y a la nación de los judíos. Os escribimos también a vosotros una copia de la carta que sobre vosotros hemos escrito a nuestro pariente Lástenes para que la conozcáis: El rey Demetrio saluda a su padre Lástenes. Por sus buenas disposiciones hacia nosotros hemos decidido conceder favores a la nación de los judíos, que son amigos nuestros y observan lo que es justo con nosotros. Les confirmamos la posesión del territorio de Judea y de los tres distritos de Aferema, Lidda y Ramatáyim que han sido desprendidos de Galilea y agregados a Judea con todas sus dependencias en favor de los que sacrifican en Jerusalén, a cambio de los derechos reales que el rey percibía de ellos antes cada año por los productos de la tierra y el fruto de los árboles. En cuanto a los otros derechos que tenemos sobre los diezmos y tributos nuestros, sobre las salinas y coronas que se nos deben, les concedemos desde ahora una exención total. No será derogada ni una de estas concesiones a partir de ahora en ningún tiempo. Procurad hacer una copia de estas disposiciones que le sea entregada a Jonatán para ponerla en el monte santo en lugar visible.»

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

Les doy un mandamiento nuevo:
que se amen los unos a los otros.

Aleluya, aleluya, aleluya.

El capítulo 11 está dedicado casi por completo a la historia interna del reino de Siria, turbado una vez más por luchas intestinas que los macabeos logran aprovechar a su favor. En esta página se narra la enésima lucha por la toma del poder. Sucedía entonces y la historia continúa estando marcada por esta tensión. El autor explica la acción de Tolomeo, rey de Egipto, que para hacer realidad el antiguo sueño de extender el imperio desde Egipto hasta toda la zona al sur de Siria, en 198 a.C. y bajo los seléucidas, organizó una acción engañosa contra el rey seléucida, Alejandro: «El rey de Egipto reunió fuerzas numerosas como las arenas que hay a orillas del mar y muchas naves. Intentaba hacerse astutamente con el reino de Alejandro y unirlo al suyo. Salió, pues, para Siria en son de paz y la gente de las ciudades le abría las puertas y salía a su encuentro, ya que tenían orden del rey Alejandro de salir a recibirle por ser suegro suyo. Pero una vez que entraba en las ciudades, Tolomeo ponía tropas de guarnición en cada una de ellas» (1-3). El rey egipcio, para llevar a cabo su plan, no dudó en traicionar a su antiguo aliado, Alejandro, aliándose con el enemigo histórico de este, Demetrio II. El texto habla además del intento de los habitantes de Asdod de mostrar a Tolomeo cómo era en realidad Jonatán enseñándole las atrocidades que había cometido en la destrucción de Bet Dagón y la masacre de los que allí vivían. Tolomeo, no obstante, no se dejó convencer y prefirió aliarse con Jonatán. Este, viendo cómo se ponían las cosas e intentando aprovecharse de la situación, fue a ver a Tolomeo que avanzaba victorioso «con fuerzas poderosas». Se encontraron en Jope donde pasaron juntos toda la noche y ambos quisieron sacar provecho aliándose contra Alejandro. Tolomeo envió a sus mensajeros a Demetrio para cerrar un pacto con él. Le dio por esposa a Cleopatra, su hija, que antes había dado como esposa al rey Alejandro. Llegados a este punto Tolomeo manifestó claramente su plan: conquistar toda Asia. Entró en Antioquía y «se ciñó la diadema de Asia, con lo que rodeó su frente de dos diademas, la de Egipto y la de Asia» (13). La resistencia de Alejandro fue en vano. Derrotado por Tolomeo, tubo que refugiarse en Arabia. Jonatán, mientras tanto, aprovechando la situación, pensó en conquistar el Akra (la Ciudadela) liberando así Jerusalén de aquella guarnición extranjera. Los judíos filohelenistas de siempre intentaron oponerse a Jonatán y fueron a lamentarse al rey, que escribió a Jonatán indicándole que retirara el asedio. Pero Jonatán no se intimidó por la orden del rey. Le hizo frente con sabiduría hasta convencerle de sus motivos. Jonatán fue tan hábil que obtuvo nuevas exenciones de impuestos. Demetrio II, para consolidar la nueva situación, escribió una carta a Jonatán, en la que lo llamaba «hermano», para toda «la nación de los judíos». Con aquel escrito el rey confirmaba todos los privilegios que había concedido. Y es curioso que el rey ordenara que la carta fuera colocada «en el monte santo en lugar visible» (37). Esculpida sobre piedra o grabada sobre tablas de bronce, sancionaba también jurídicamente la alianza entre Jonatán y su pueblo y el rey seléucida. La estrategia de paz que sabiamente había llevado a cabo Jonatán había tenido un extraordinario efecto.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.