ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de los pobres
Palabra de dios todos los dias

Memoria de los pobres

Día europeo de recuerdo de la Shoá. Leer más

Libretto DEL GIORNO
Memoria de los pobres
Lunes 27 de enero

Día europeo de recuerdo de la Shoá.


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Este es el Evangelio de los pobres,
la liberación de los prisioneros,
la vista de los ciegos,
la libertad de los oprimidos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Marcos 3,22-30

Los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: «Está poseído por Beelzebul» y «por el príncipe de los demonios expulsa los demonios.» El, llamándoles junto a sí, les decía en parábolas: «¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? Si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede subsistir. Si una casa está dividida contra sí misma, esa casa no podrá subsistir. Y si Satanás se ha alzado contra sí mismo y está dividido, no puede subsistir, pues ha llegado su fin. Pero nadie puede entrar en la casa del fuerte y saquear su ajuar, si no ata primero al fuerte; entonces podrá saquear su casa. Yo os aseguro que se perdonará todo a los hijos de los hombres, los pecados y las blasfemias, por muchas que éstas sean. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón nunca, antes bien, será reo de pecado eterno.» Es que decían: «Está poseído por un espíritu inmundo.»

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Hijo del hombre,
ha venido a servir,
quien quiera ser grande
se haga siervo de todos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Este pasaje evangélico está precedido por dos versículos que expresan el juicio negativo que los familiares de Jesús tenían de él. Ante las críticas que suscitaba por su obra, tratan de excusarle diciendo: “Está fuera de sí” (20-21). De facto, estos familiares desenmascaran esa extraña alianza que a menudo se crea entre los “parientes” y los escribas para detener la predicación de Jesús. Para los parientes Jesús está loco, fuera de sí, es un exagerado; para los escribas está poseído por el demonio. Esta última acusación es obviamente mucho más grave que la primera porque pone a Jesús del lado del enemigo de Dios. De hecho, actuaría por inspiración de las fuerzas malignas. Pero lo que no comprenden ni los parientes ni los escribas es por qué tanta gente acudía a Jesús. Y todos están contentos, felices y llenos de esperanza cada vez que lo escuchan. Es precisamente esto lo que fastidia a los escribas, los fariseos, y a sus propios parientes. El bien siempre crea también envidias, rompe equilibrios ilícitos o simplemente interroga, inquieta, pide una toma de postura. Y los fariseos de turno, o incluso los familiares, no soportan que Jesús, que el Evangelio, rompa los equilibrios establecidos por el propio egocentrismo, no aceptan que la vida escape de su control. Por eso tratan de muchas maneras de desacreditarlo delante de la gente. Querrían que ya nadie acudiese a él. ¡Cuántas veces todavía hoy se trata de desacreditar a la Iglesia, o a los simples creyentes, con mentiras y acusaciones del todo gratuitas! Jesús, sin embargo, rebate a los escribas después de haberles ridiculizado con el ejemplo de la casa dividida en sí misma. Invita a no confiar en las propias fuerzas y a no estar seguros de uno mismo, porque se corre el riesgo de subestimar la fuerza del mal y sucumbir ante él. Sólo Jesús es capaz de atar al fuerte (el mal) y por tanto de no dejarse burlar por él. Los pobres, los enfermos, los pecadores, se habían dado cuenta de ello y por eso lo buscaban, confiando en su compasión y en su fuerza. Es una gran lección también para nosotros, que muchas veces estamos tentados por la autosuficiencia y somos incapaces de invocar la ayuda de Dios.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.