ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de Jesús crucificado
Palabra de dios todos los dias

Memoria de Jesús crucificado

El pueblo gitano, incluso el de fe musulmana, celebra San Jorge que murió mártir para liberar a la Iglesia. Leer más

Libretto DEL GIORNO
Memoria de Jesús crucificado
Viernes 6 de mayo

El pueblo gitano, incluso el de fe musulmana, celebra San Jorge que murió mártir para liberar a la Iglesia.


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Este es el Evangelio de los pobres,
la liberación de los prisioneros,
la vista de los ciegos,
la libertad de los oprimidos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Hechos de los Apóstoles 18,9-18

El Señor dijo a Pablo durante la noche en una visión: «No tengas miedo, sigue hablando y no calles; porque yo estoy contigo y nadie te pondrá la mano encima para hacerte mal, pues tengo yo un pueblo numeroso en esta ciudad.» Y permaneció allí un año y seis meses, enseñando entre ellos la Palabra de Dios. Siendo Galión procónsul de Acaya se echaron los judíos de común acuerdo sobre Pablo y le condujeron ante el tribunal diciendo: «Este persuade a la gente para que adore a Dios de una manera contraria a la Ley.» Iba Pablo a abrir la boca cuando Galión dijo a los judíos: «Si se tratara de algún crimen o mala acción, yo os escucharía, judíos, con calma, como es razón. Pero como se trata de discusiones sobre palabras y nombres y cosas de vuestra Ley, allá vosotros. Yo no quiero ser juez en estos asuntos.» Y los echó del tribunal. Entonces todos ellos agarraron a Sóstenes, el jefe de la sinagoga, y se pusieron a golpearlo ante el tribunal sin que a Galión le diera esto ningún cuidado. Pablo se quedó allí todavía bastantes días; después se despidió de los hermanos y se embarcó rumbo a Siria; con él iban Priscila y Aquila. En Cencreas se había cortado el pelo porque tenía hecho un voto.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Hijo del hombre,
ha venido a servir,
quien quiera ser grande
se haga siervo de todos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Pablo, tras haber salido de Atenas, llega a Corinto, ciudad cosmopolita y centro comercial importante. Fue acogido en casa de Áquila y Priscila ganándose el pan haciendo tiendas. Sin embargo, se dedicó a una intensa actividad de predicación junto a los judíos. Tras recibir de estos no pocos insultos y hostilidad, decidió dirigirse a los gentiles. Cambió de casa y los frutos de aquella renovada predicación no dejaron de mostrarse. Incluso algunos judíos, como el jefe de la sinagoga local, se convirtieron en cristianos. La comunidad de Corinto creció en número, pero también en problemas. Por las dos Epístolas de Pablo conocemos la vivacidad de la comunidad cristiana de Corinto. No faltaban momentos de grave tensión hasta el peligro de poner en duda la propia unidad de la comunidad. Es probable que Pablo se desanimara y sintiera miedo en más ocasiones. Lo sabemos por la narración de una conversación nocturna que tuvo con el Señor. En cierta ocasión el Señor le dijo: "No tengas miedo, sigue hablando y no te calles; porque yo estoy contigo y nadie te atacará para hacerte mal, porque tengo yo un pueblo numeroso en esta ciudad". Lucas añade inmediatamente que Pablo decidió permanecer en Corinto un año y medio más para predicar el Evangelio. El apóstol había entendido que solo el Señor era la roca sobre la que fundar una acción pastoral eficaz y robusta. Era el Señor el verdadero protagonista de la vida de la comunidad cristiana. El Señor mismo revela a Pablo: "tengo yo un pueblo numeroso en esta ciudad". En esta afirmación no está solo la urgencia de la predicación sino también una indicación para la predicación del Evangelio en la ciudad. Porque es en las ciudades donde el Señor quiere que crezca su pueblo. Es en estos lugares tan importantes para la vida de la gente donde el Señor quiere suscitar un pueblo para hacerlas más humanas y más solidarias. Era el desafío para Pablo, pero es también el desafío para los cristianos de hoy: ¿cómo comunicar el Evangelio en las grandes metrópolis contemporáneas? Tenemos que recordar bien el sueño de Dios, el de suscitar en las ciudades un pueblo que pueda dar testimonio a todos del primado de Dios y del amor. Hay necesidad de una nueva creatividad. Seguro que no faltarán quienes se opongan, como se opusieron a Pablo cuando fue conducido ante el procónsul romano para ser juzgado. Pero el Señor protege y acompaña a sus hijos, también hoy.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.