ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de los pobres
Palabra de dios todos los dias

Memoria de los pobres

Recuerdo de los santos Cosme y Damián, mártires sirios. La tradición los recuerda como médicos que curaban gratuitamente a los enfermos. Especial recuerdo de los que se dedican a la atención y la curación de los enfermos. Leer más

Libretto DEL GIORNO
Memoria de los pobres
Lunes 26 de septiembre

Recuerdo de los santos Cosme y Damián, mártires sirios. La tradición los recuerda como médicos que curaban gratuitamente a los enfermos. Especial recuerdo de los que se dedican a la atención y la curación de los enfermos.


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Este es el Evangelio de los pobres,
la liberación de los prisioneros,
la vista de los ciegos,
la libertad de los oprimidos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Job 1,6-22

El día que los Hijos de Dios venían a presentarse ante Yahveh, vino también entre ellos el Satán. Yahveh dijo al Satán: "¿De dónde vienes?" El Satán respondió a Yahveh: "De recorrer la tierra y pasearme por ella." Y Yahveh dijo al Satán: "¿No te has fijado en mi siervo Job? ¡No hay nadie como él en la tierra; es un hombre cabal, recto, que teme a Dios y se aparta del mal!" Respondió el Satán a Yahveh: "Es que Job teme a Dios de balde? ¿No has levantado tú una valla en torno a él, a su casa y a todas sus posesiones? Has bendecido la obra de sus manos y sus rebaños hormiguean por el país. Pero extiende tu mano y toca todos sus bienes; ¡verás si no te maldice a la cara!" Dijo Yahveh al Satán: "Ahí tienes todos sus bienes en tus manos. Cuida sólo de no poner tu mano en él." Y el Satán salió de la presencia de Yahveh. El día en que sus hijos y sus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en casa del hermano mayor, vino un mensajero donde Job y le dijo: "Tus bueyes estaban arando y las asnas pastando cerca de ellos; de pronto irrumpieron los sabeos y se los llevaron, y a los criados los pasaron a cuchillo. Sólo yo pude escapar para traerte la noticia." Todavía estaba éste hablando, cuando llegó otro que dijo: "Cayó del cielo el fuego de Dios, que quemó las ovejas y pastores hasta consumirlos. Sólo yo pude escapar para traerte la noticia." Aún estaba hablando éste, cuando llegó otro que dijo: "Los caldeos, divididos en tres cuadrillas, se lanzaron sobre los camellos, se los llevaron, y a los criados los pasaron a cuchillo. Sólo yo pude escapar para traerte la noticia." Todavía estaba éste hablando, cuando llegó otro que dijo: "Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo en casa del hermano mayor. De pronto sopló un fuerte viento del lado del desierto y sacudió las cuatro esquinas de la casa; y ésta se desplomó sobre los jóvenes, que perecieron. Sólo yo pude escapar para traerte la noticia." Entonces Job se levantó, rasgó su manto, se rapó la cabeza, y postrado en tierra, dijo:
"Desnudo salí del seno de mi madre,
desnudo allá retornaré.
Yahveh dio, Yahveh quitó:
¡Sea bendito el nombre de Yahveh!" En todo esto no pecó Job, ni profirió la menor insensatez contra Dios.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Hijo del hombre,
ha venido a servir,
quien quiera ser grande
se haga siervo de todos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Con el pasaje de hoy empieza la lectura del libro de Job. Los dos primeros capítulos presentan a Job como un modelo de vida: "Era un hombre íntegro y recto, temeroso de Dios y apartado del mal". El autor demuestra la integridad y la serenidad de la vida de un hombre que había convertido el "temor de Dios" en el centro de su acción, como explica bien en el versículo 5, donde Job también se preocupa de que sus hijos no hagan nada que pueda poner en peligro la amistad con el Señor. Él ofrecía sacrificios a Dios cada mañana "para cada uno de ellos", destaca el texto. Dios mismo se alegra y, casi con orgullo, habla de Job a aquellos que ejercen de mensajeros a la humanidad, los "hijos de Dios" (los ángeles), y sobre todo a Satán, el adversario. El Señor se alegra del bien de Job; no se alegra Satán, que siente molestia ante aquel hombre justo, porque parece que todo le va bien. ¿No será que el bienestar de Job es el motivo de su fidelidad a Dios y de su rectitud? Satán casi se insinúa entre Dios y los hombres para sembrar dudas sobre el bien, sobre la alegría y sobre la serenidad de aquel hombre justo y temeroso de Dios. Es la envidia del maligno por el bien del hombre, por la presencia benévola de Dios en la historia. Parece que se dedique a ir por la tierra para poner en tela de juicio a quien hace el bien, como dice la primera Epístola de Pedro: "Vuestro adversario, el diablo, ronda como león rugiente, buscando a quién devorar. Resistidle firmes en la fe" (5,9). ¿Sabrá Job resistir al mal? Esta es la pregunta que le hace Satán al Señor. Así Satán ataca a Job en sus posesiones, en un crescendo de privaciones y de sufrimientos: primero Job se ve privado de todos sus bienes, luego de sus hijos e hijas. Pero Job no maldice a Dios, no le atribuye a él la causa del mal que ha sufrido. Por el contrario, sus palabras continúan sorprendiendo: "Desnudo salí del seno materno y desnudo volveré a él. Yahvé me lo ha dado y Yahvé me lo ha quitado. Bendito sea el nombre de Yahvé".

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.