ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de la Madre del Señor
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Memoria de la Madre del Señor
Martes 23 de mayo


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Espíritu del Señor está sobre ti,
el que nacerá de ti será santo.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Juan 16,5-11

Pero ahora me voy a Aquel que me ha enviado,
y ninguno de vosotros me pregunta: "¿Dónde vas?" Sino que por haberos dicho esto
vuestros corazones se han llenado de tristeza. Pero yo os digo la verdad:
Os conviene que yo me vaya;
porque si no me voy,
no vendrá a vosotros el Paráclito;
pero si me voy,
os lo enviaré: y cuando él venga,
convencerá al mundo
en lo referente al pecado,
en lo referente a la justicia
y en lo referente al juicio; en lo referente al pecado,
porque no creen en mí; en lo referente a la justicia
porque me voy al Padre,
y ya no me veréis; en lo referente al juicio,
porque el Príncipe de este mundo está juzgado.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

He aquí Señor, a tus siervos:
hágase en nosotros según tu Palabra.

Aleluya, aleluya, aleluya.

En esta página del Evangelio Jesús anuncia una vez más su partida. Se lo acababa de decir a los discípulos, pero si antes eran Pedro, Tomás y Judas Tadeo los que le hacían preguntas al Maestro, ahora ya nadie se atreve a preguntarle a dónde va. La tristeza ha invadido su corazón. Además, ¿cómo podían no entristecerse ante esta insistencia de Jesús en su partida? El Señor los ve entristecerse, y con amor les dice: "Por haberos dicho esto -continúa Jesús- vuestros corazones se han llenado de tristeza. Pero yo os digo la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy, os lo enviaré". Jesús no abandona a sus discípulos a su destino; enviará el Espíritu Santo para que los sostenga, los consuele, los conforte, los custodie y los ilumine. Comienza un nuevo tiempo para los discípulos y para todos los que creerán a partir de su predicación. El Espíritu dará vida y hará eficaces las palabras evangélicas que les dirigió durante los tres años que estuvieron con él. Podrán contar con la ayuda fuerte del Espíritu incluso en los momentos difíciles que deberán afrontar; él les ayudará a superar toda prueba. Las palabras de Jesús pueden parecer oscuras o duras a los discípulos, como muchas veces nos sucede a nosotros ante la Palabra de Dios. Hay que escucharla iluminados por el Espíritu para acoger su sentido profundo y dejarse tocar el corazón. El amor y la confianza permiten que las palabras escuchadas moldeen nuestra vida, y que liberen su fuerza transformadora. Es el descubrimiento que hacemos cada vez que nos acercamos al Evangelio con disponibilidad, sin esconder la necesidad que tenemos de ser guiados y corregidos por una palabra llena de cariño.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.