ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de la Iglesia
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Memoria de la Iglesia
Jueves 7 de septiembre


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Yo soy el buen pastor,
mis ovejas escuchan mi voz
y devendrán
un solo rebaño y un solo redil.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Hechos de los Apóstoles 9,1-2

Entretanto Saulo, respirando todavía amenazas y muertes contra los discípulos del Señor, se presentó al Sumo Sacerdote, y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, para que si encontraba algunos seguidores del Camino, hombres o mujeres, los pudiera llevar atados a Jerusalén.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

Les doy un mandamiento nuevo:
que se amen los unos a los otros.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Lucas presenta la conversión del apóstol llamándolo Saulo; más adelante veremos que también tiene el nombre de Pablo (Hch 13,19), y desde aquel momento los Hechos utilizarán siempre ese nombre. Llamándolo Saulo el autor quizás quiere destacar el clima de persecución que estaba sufriendo la comunidad cristiana, como en el martirio de Esteban, cuando «Saulo aprobaba su muerte» (8,1). El mismo Pablo lo reconocerá más adelante: «Yo perseguí a muerte a este Camino, encadenando y encarcelando a hombres y mujeres» (Hch 22,4). No actuaba en su nombre, sino como plenipotenciario de las más altas autoridades judías. Y cuando lo arrestan, el apóstol reivindicará su plena pertenencia al pueblo de Israel exclamando: «Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero educado en esta ciudad e instruido a los pies de Gamaliel en la exacta observancia de la Ley de nuestros antepasados» (Hch 22,3). En el lenguaje de hoy diríamos que se deja llevar por una especie de fundamentalismo fariseo que lo ciega hasta el punto de llevarlo a destruir a aquel primer grupo de seguidores de Jesús. Su mirada, cegada por el odio, lo lleva a Damasco, donde florecía una numerosa colonia judía cuyos miembros se sentían tentados de seguir «el camino» de Jesús. Pablo quería erradicar por completo el grupo de los discípulos. En realidad, Jesús, que es «camino, verdad y vida», estaba esperando a Saulo en el camino de Damasco para atraerlo hacia él.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.