ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de la Madre del Señor
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Memoria de la Madre del Señor
Martes 12 de noviembre


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Espíritu del Señor está sobre ti,
el que nacerá de ti será santo.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Sabiduría 2,23-3,9

Porque Dios creó al hombre para la incorruptibilidad,
le hizo imagen de su misma naturaleza; mas por envidia del diablo entró la muerte en el mundo,
y la experimentan los que le pertenecen. En cambio, las almas de los justos están en las manos de Dios
y no les alcanzará tormento alguno. A los ojos de los insensatos pareció que habían muerto;
se tuvo por quebranto su salida, y su partida de entre nosotros por completa destrucción;
pero ellos están en la paz. Aunque, a juicio de los hombres, hayan sufrido castigos,
su esperanza estaba llena de inmortalidad; por una corta corrección recibirán largos beneficios.
pues Dios los sometió a prueba
y los halló dignos de sí; como oro en el crisol los probó
y como holocausto los aceptó. El día de su visita resplandecerán,
y como chispas en rastrojo correrán. Juzgarán a las naciones y dominarán a los pueblos
y sobre ellos el Señor reinará eternamente. Los que en él confían entenderán la verdad
y los que son fieles permanecerán junto a él en el
amor,
porque la gracia y la misericordia son para sus santos

y su visita para sus elegidos.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

He aquí Señor, a tus siervos:
hágase en nosotros según tu Palabra.

Aleluya, aleluya, aleluya.

¿Por qué vivir en la justicia si la suerte de los justos parece amenazada y su vida truncada por la violencia? Esa es la gran pregunta del libro de la Sabiduría, que en parte había atormentado también a Job: ¿por qué los malvados prosperan y los justos sucumben? Y es también la pregunta que a menudo aflora en nuestro corazón: ¿por qué nos preocupamos tanto por hacer el bien, por no permitir que prevalezca la injusticia en el mundo, que el mal derrote al bien? "La vida de los justos está en manos de Dios y ningún tormento les afectará": esta es la respuesta sabia del autor del libro. ¡Cuántos justos han muerto por hacer el bien, por no renunciar a vivir en el amor! Una vida gastada en el amor no es una vida malgastada, sino una vida que se gana la vida eterna. Quizás a ojos de los hombres los sufrimientos y las tribulaciones que han tenido que soportar eran vistos como una desgracia. Aun así, aunque su vida haya sido breve, brillarán en el día del juicio y mostrarán que la verdadera fuerza está en el amor, no en la prepotencia que se impone a los demás, no en el orgullo de quien intenta salvarse solo a sí mismo. Por eso, continúa la Sabiduría, "gobernarán naciones, dominarán pueblos" (v. 8). El mismo Jesús anunciará en las bienaventuranzas que los humildes gobernarán la tierra. La fuerza que conquista y vence está en la humildad y en el amor. El amor que ha caracterizado la vida de los justos será un don para todos; el mundo entero se beneficiará. Y su vida está en manos de Dios: ni el mal ni la muerte podrán vencerles.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.