ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de la Madre del Señor
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Memoria de la Madre del Señor
Martes 24 de noviembre


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Espíritu del Señor está sobre ti,
el que nacerá de ti será santo.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Apocalipsis 14,14-19

Y seguí viendo. Había una nube blanca, y sobre la nube sentado uno como Hijo de hombre , que llevaba en la cabeza una corona de oro y en la mano una hoz afilada. Luego salió del Santuario otro Ángel gritando con fuerte voz al que estaba sentado en la nube: «Mete tu hoz y siega, porque ha llegado la hora de segar; la mies de la tierra está madura.» Y el que estaba sentado en la nube metió su hoz en la tierra y se quedó segada la tierra. Otro Ángel salió entonces del Santuario que hay en el cielo; tenía también una hoz afilada. Y salió del altar otro Ángel, el que tiene poder sobre el fuego, y gritó con fuerte voz al que tenía la hoz afilada: «Mete tu hoz afilada y vendimia los racimos de la viña de la tierra, porque están en sazón sus uvas.» El Ángel metió su hoz en la tierra y vendimió la viña de la tierra y lo echó todo en el gran lagar del furor de Dios.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

He aquí Señor, a tus siervos:
hágase en nosotros según tu Palabra.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Juan ve una nueva escena en la que hay seis ángeles, y en medio el Cristo que tiene sobre la cabeza una corona y en la mano una hoz. Es el Señor, juez de la historia. Se anuncia y se prepara el juicio universal. Ya el profeta Joel había descrito "el Día del Señor" en el Valle de la Decisión: "Meted la hoz, porque la mies está madura; venid a pisar, que el lagar está lleno y las tinajas rebosan: tantos son sus delitos". Y el mismo Jesús varias veces había hablado en términos de vendimia y de siega. El primer ángel advierte que el juicio está a las puertas y trae "un Evangelio eterno". No es el "librito", reservado a los discípulos, sino que es el anuncio de la primacía de Dios y del amor sobre la vida de los hombres: "Temed a Dios y dadle gloria". Podríamos traducirlo así: "Quien se deja guiar por el amor se salvará". Es lo mismo que leemos en el juicio final del capítulo 25 de Mateo. El "Evangelio eterno" es el Evangelio universal del amor, al que podemos añadir la segunda bienaventuranza que el apóstol pone en el Apocalipsis: "Dichosos los muertos que mueren en el Señor" porque a ellos se les dará el reino de los cielos. La historia humana no es un correr sin sentido ni un itinerario sin luz. La historia nace del amor de Dios y en su amor encuentra su fin. El resto, todo lo que no es de Dios, todo lo que no es amor, es segado y quemado, empezando por Babilonia, la ciudad prostituida. Aquella ciudad, en efecto, cae; y todo aquel que se deja seducir por la Bestia será presa de los tormentos. Pero Cristo, que derramó su sangre fuera de la ciudad, se convierte en fuente de salvación para aquellos que lo acogen. La salvación viene de él, y solo tenemos que acogerla.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.