Dolor e indignación por el gravísimo atentado a los fieles de la catedral de Niza. Hay que proteger los lugares de culto y la convivencia, y trabajar para evitar un nuevo y peligroso "choque de civilizaciones"

El gravísimo ataque a la catedral de Niza, que ha provocado la muerte de tres personas, ha dejado varios heridos y ha hecho aflorar el pesar por las víctimas y el afecto por sus familiares, suscita gran indignación y pide una firme condena por parte de todo el mundo.

La Comunidad de Sant’Egidio transmite su afecto al pueblo francés y a la diócesis de Niza, blanco de este último acto de insensato y bárbaro terrorismo. Al mismo tiempo, invita a los creyentes de todas las religiones, especialmente a los cristianos y a los musulmanes, a disociar la religión de cualquier forma de violencia perpetrada en nombre de Dios. Como red de hombres y mujeres vinculados al "espíritu de Asís" firmamos el 20 de octubre pasado en Roma, en presencia del papa Francisco y de destacados líderes cristianos, musulmanes y de otras religiones, un solemne llamamiento por la paz que nos comprometemos a hacer valer en cualquier ocasión.

Es absolutamente necesario evitar nuevas y peligrosas instrumentalizaciones de las religiones y poner fin al intento de llegar a un nuevo "choque de civilizaciones" dictado por motivos económicos, políticos e ideológicos que, lejos de las auténticas expresiones de fe, tiene como objetivo minar la convivencia y la integración construidas no sin problemas a lo largo de los años en Europa.

Los lugares de culto, como iglesias, mezquitas y sinagogas, representan, también simbólicamente, los primeros espacios que hay que preservar y salvar de la violencia, porque los lugares de oración son espacios donde se prohíbe el odio y donde Dios es el nombre de la paz.