Nunca más solos: llamamiento del presidente de Sant'Egidio, Marco Impagliazzo: "Demos voz a los ancianos. Muchos han sufrido la enfermedad del abandono"

Frente a las numerosas víctimas del covid-19 entre la población anciana y a esta segunda oleada de contagios, la Comunidad de Sant’Egidio ha dado voz en una conferencia de prensa a todos los ancianos cuyos derechos son negados.

"Hay que proteger a los ancianos, pero sin aislarlos", ha afirmado el presidente de Sant’Egidio, Marco Impagliazzo, que ha recordado que la ausencia –a veces total– de comunicación con el exterior ya ha llevado a muchos ancianos de residencias a abandonarse. "Muchos ancianos han sufrido la patología del abandono, que no hace más que agravar su salud. Lo que ocurrió en la primera fase de la pandemia (en varios países el 50% de ancianos que murieron por covid vivían en residencias) nos dice que hay que actuar urgentemente para dejar atrás la patología del aislamiento. Transformemos esta emergencia en una oportunidad para replantear el sistema de asistencia y cuidados que debemos a nuestros ancianos", ha dicho Impagliazzo.

Se han formulado algunas propuestas:

asegurar que parientes, amigos y voluntarios tengan noticias de los residentes en centros asistenciales,

favorecer la comunicación a través de dispositivos que muchos centros residenciales todavía no tienen. De hecho, el sistema de videollamadas solo funciona en muy pocos casos.

Permitir las visitas, haciendo, si es necesario, pruebas diagnósticas previamente y, en cualquier caso, asegurando la distancia necesaria. "Nos dirigimos a los responsables sanitarios y a los directores de los centros para que autoricen las visitas, que están previstas por determinados protocolos", ha observado el presidente de Sant’Egidio.

Incentivar todos los programas que fomenten la asistencia a domicilio y los cuidados a domicilio, así como las redes de protección territorial, para ayudar a las personas a quedarse en casa. "El fenómeno de la institucionalización de los ancianos –ha dicho Impagliazzo– nos hace insistir en un tema al que Sant’Egidio se dedica desde hace años: dejar atrás el sistema de residencialidad para pasar a un conjunto de nuevas redes familiares cada vez más urgente en un continente que envejece, como Europa". La asistencia a domicilio actualmente es irrisoria: solo 16 horas al año por anciano necesitado. "Es un desequilibrio impresionante que muestra que la verdadera asistencia es la que llevan a cabo las cuidadoras, que son aproximadamente un millón" (en Italia), según Impagliazzo, que ha añadido: "Expresamos nuestra satisfacción por la decisión del gobierno de regularizar a miles de trabajadores inmigrantes, y esperamos que se produzca una simplificación de las herramientas y los procedimientos, pues con el cierre de ciertos organismos públicos a causa de la pandemia es difícil obtener el certificado de idoneidad residencial que necesitan los empleadores. También a este respecto hay que pasar a la autocertificación".

Desarrollar formas alternativas de asistencia, como la covivienda porque se pueden adaptar a las necesidades de las personas. Son soluciones "flexibles" que incluso en la fase más intensa de confinamiento proporcionaron protección y buena calidad de vida. "En varias zonas de Italia hacemos un seguimiento de la situación de los ancianos y ponemos en marcha redes de protección para evitar ingresos indebidos, con personas que terminan en el hospital o en centros residenciales por patologías menores", ha dicho Impagliazzo. Una encuesta realizada por el programa "Viva los Ancianos" con 6500 ancianos de Italia arroja un índice de mortalidad inferior al 20% en los meses más duros de confinamiento. "Ayudar a los ancianos a quedarse en su casa, en muchos casos, puede salvar la vida", ha dicho Impagliazzo para terminar.

VÍDEO (IT)