Mozambique: la cruel violencia de los yihadistas. Artículo de Andrea Riccardi

La cruel violencia de los yihadistas arroja Mozambique al infierno

 

¿Quién está detrás de los terroristas de Ansar al-Sunna en un país con la tercera reserva de gas natural de toda África?

Conocí Mozambique en los años ochenta, tras la lucha de liberación del colonialismo portugués. Acababa de lograr su independencia (1975) y afrontaba una guerra civil con la Renamo, movimiento de guerrilla antimarxista vinculado con Sudáfrica. Me impactó la miseria difusa y profunda. 

En el gran mercado central de Maputo había pescado seco y poco más. La guerra civil provocó un millón de muertos y muchos desplazados. Terminó con unas negociaciones entre el Gobierno y la Renamo en 1992, en Roma, en Sant’Egidio. Entonces empezó la historia de un Mozambique pluralista, con muchos problemas, pero que ha vivido un desarrollo. 

A partir de 2017 el hambre, por desgracia, ha vuelto a Mozambique. Unos 670.000 mozambiqueños han dejado el norte del país por los ataques yihadistas de Ansar al-Sunna, originado por terroristas kenianos y tanzanos que han reclutado a jóvenes marginales y sin empleo. 

La región, subdesarrollada, ha recibido el impacto de la mayor reserva de gas natural, la tercera de África, tras Nigeria y Argelia. Con la presencia de grandes empresas, el clima social ha cambiado mucho. Pueblos enteros han sido desplazados y un mundo, un tanto remoto, ha quedado trastornado. Dicha circunstancia ha sido aprovechada por el yihadismo, que en una proyección hacia el sur, desde Somalia hasta Kenia, Tanzania y Mozambique, sigue prácticamente las huellas de la antigua expansión árabo-musulmana. El islam del norte de Mozambique, tradicional, ha quedado trastornado.

La gran cantidad de refugiados da muestra de la violencia inhumana de los terroristas (que llegan incluso a decapitar a niños), y no se sabe quién está detrás del movimiento yihadista. Se comprenden las causas sociales de la adhesión de muchos mozambiqueños: representa la alternativa a la miseria y al desarraigo de una generación de la zona más pobre de un país pobre. Ya había apuntado en Famiglia Cristiana que la yihad global se está convirtiendo en una alternativa para los jóvenes africanos marginales de muchos países. 

El Estado mozambiqueño es frágil: no ha sido capaz de frenar el avance terrorista, que se presenta como un nuevo Boko Haram, secuestra a las personas y ha provocado 2500 muertos. Por otra parte, el centro del país se ha visto afectado por varios ciclones. En la ciudad de Beira, en buena parte destruida, los trabajos de reconstrucción avanzan a duras penas y mucha gente vive bajo tiendas. 

Por desgracia el modelo de economía existente no da frutos. Los intereses de las grandes empresas internacionales que operan en las concesiones mozambiqueñas no producen en tiempos razonables desarrollo en la joven sociedad. Hay problemas enormes sociales y juveniles que se mezclan, agravados por el covid-19. Hace falta una nueva reflexión sobre el desarrollo y una implicación de la comunidad internacional sin la constante competencia que suele caracterizar su actuación. Por otra parte, es triste constatar que Italia, tan activa y determinante en Mozambique en los años ochenta y noventa, se muestre poco interesada por un país decisivo para el África austral en el que Italia ha invertido tanto en energías humanas y recursos. 

 

Artículo de Andrea Riccardi en Famiglia Cristiana del 28/3/2021