Que el Líbano entierre el odio y cultive la paz. Artículo de Andrea Riccardi

Era la "Suiza" de Oriente Medio. Ahora atraviesa una crisis económica, parálisis política y grietas en la convivencia.

El Líbano está sumido en una situación dramática. Casi el 50% de la población está por debajo del umbral de pobreza.

Faltan medicamentos, gasolina, productos de primera necesidad en un país que era conocido como "la Suiza de Oriente Medio". La lira libanesa, que estaba referenciada al dólar norteamericano, ha perdido el 90% de su valor y sigue descendiendo. 

Hace dos años que una grave crisis económica azota el país. Las dos fuertes explosiones que hubo en agosto de 2020 en el puerto de Beirut devastaron la capital. 

El país no logra formar gobierno. Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, tras una reciente visita al Líbano ha declarado que algunos líderes podrían ser sancionados si siguen bloqueando la formación del nuevo ejecutivo y las reformas necesarias.

¿Qué ha ocurrido en el país más libre de Oriente Medio, donde cristianos y musulmanes han convivido en paz desde la II Guerra Mundial? El Líbano era la caja fuerte donde se guardaban muchas riquezas del mundo árabe. Parecía un modelo de convivencia entre religiones. Tanto es así que se decía que el Líbano tiene dos alas: cristianos y musulmanes. No obstante, aquella realidad se puso en tela de juicio con una guerra de quince años (1975 a 1990) en la que participaron cristianos y musulmanes, y también palestinos (que llegaron al país tras la proclamación del Estado de Israel y fueron acomodados en campos que aún siguen abiertos, y tras el septiembre negro de Jordania). Episodios sangrientos que recuerdan la presencia militar de Siria, que siempre ha considerado el Líbano como una zona que le pertenece. Por otra parte, la alianza entre Damasco y los chiíes libaneses de Hezbolá (que ahora luchan en Siria por  el presidente Assad) es un eje indestructible. 

El Líbano de las primeras décadas posteriores a la guerra, que se basaba en la alianza entre burguesía suní y cristiano-maronita, ha terminado. Los chiíes, que siempre habían estado marginados, se rebelaron a la exclusión: Hezbolá, la organización chií, hoy cuenta con una considerable fuerza armada. 

No se puede hablar de enfrentamiento entre cristianos y musulmanes, sino de un tejido clánico-político que responde a intereses de parte y conflictivos, que van mucho más allá de las divisiones religiosas. Además, el clima entre los líderes religiosos es positivo, como demuestra el encuentro que tuvo lugar en el sur del Líbano del que hablé en Famiglia Cristiana. 

No obstante, el papa Francisco está muy preocupado y ha invitado a los lideres cristianos (católicos y no católicos) a Roma para hablar el futuro del país. Sigue el modelo del encuentro sobre Oriente Medio que el Papa y los patriarcas celebraron en Bari en 2018. Han sido invitados, entre otros, el patriarca católico maronita, el sirio católico, el griego ortodoxo y el catholicós de los armenios ortodoxos. Este encuentro dará un fuerte impulso a los libaneses y a la comunidad internacional para "salvar el Líbano". El problema es que, en el Líbano, la idea de salvarse juntos es frágil, muchos persiguen intereses partidistas y se ejercen duras influencias internacionales.

Un gran amigo mío, Ghassan Tuéni, libanés y cristiano ortodoxo que vivió todas las vicisitudes políticas de su país y perdió a un hijo en un atentado, decía: «Hay que enterrar el odio y la venganza». Se puede aplicar al Líbano la visión de Martin Luther King: «Tenemos que aprender a vivir juntos como hermanos; de lo contrario, moriremos todos juntos como idiotas».

 

Artículo de Andrea Riccardi en Famiglia Cristiana

[Traducción de la redacción]