En el Día de la Tierra 2022 analizamos el impacto devastador del cambio climático en África y las iniciativas de DREAM para frenarlo


En África el cambio climático es visible y constante. No hay más que recordar las graves sequías y las inundaciones que han puesto de manifiesto las preocupantes repercusiones sobre el agua y el suelo que provoca el cambio climático. Inundaciones y sequías que, junto con otros factores como la pobreza y la densidad de población, pueden provocar verdaderos desastres.


Esto también lo confirma el último informe coordinado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), según el cual el cambio climático está teniendo un impacto devastador en el territorio africano y sus habitantes.

Actualmente, mil millones de niños en todo el mundo están en riesgo «extremadamente alto» por el impacto de la crisis climática; 850 millones de niños (1 de cada 3) viven en áreas donde se superponen al menos cuatro impactos climáticos y medioambientales; 330 millones de niños, 1 de cada 7, viven en áreas afectadas por al menos cinco grandes impactos. (Datos de UNICEF)

Desde el principio, el Programa DREAM de Sant'Egidio ha luchado para combatir el mal uso de los recursos naturales y para promover iniciativas sostenibles ecológicamente, destinadas a estimular y expandir una cultura ecológica que podría proporcionar una mayor estabilidad.

Por esta razón, los centros DREAM de MalauiGuineaTanzaniaKeniala Rep. Dem. del Congo y la República Centroafricana han sido equipados con instalaciones de energía solar. El sistema fotovoltaico permite reducir inmediatamente el uso de generadores diésel, y avanzar así en el camino de la descarbonización.

Va en la misma dirección la creación de «huertos comunitarios», cuyos protagonistas y beneficiarios son las personas con VIH que forman parte del Programa que, con la ayuda de expertos agrícolas, recuperan las producciones tradicionales y aprenden nuevas técnicas de cultivo. De ese modo aumentan la biodiversidad y contrarrestan la vulnerabilidad alimentaria vinculada al cambio climático.

En los países del África subsahariana, donde la escasez de electricidad y la emergencia del hambre son endémicas, este tipo de actividad es una primera garantía de eficiencia, así como un ejemplo virtuoso del uso responsable del medio ambiente.