Los problemas del planeta son de todos nosotros

Los problemas del planeta son de todos nosotros

Crisis ecológica

El calor excesivo de las últimas semanas, los incendios que devastan partes cada vez más grandes del territorio italiano y europeo, el derretimiento de los glaciares, la falta de agua en nuestros ríos y lagos, la contaminación del aire y el mar son la expresión de una emergencia climática sin precedentes. La crisis ecológica afecta a todos, ya no es un fenómeno cuyas consecuencias son dramáticas solo en los países más pobres, ya que nos hemos engañado culpablemente durante mucho tiempo sin enfrentarnos a ella. África se estaba desertificando y los europeos estábamos distraídos.
En realidad, esta crisis demuestra sin lugar a dudas que somos una única familia humana y que un futuro sostenible solo puede surgir del diálogo entre todos. Los problemas de la tierra son en sí mismos un llamamiento urgente y diario para crear conciencia de la unidad de toda la familia humana y desarrollar el espíritu de cooperación y diálogo. Sin embargo, a pesar de la urgencia impuesta por la crisis ecológica, es muy difícil establecer un diálogo, combinar los diferentes intereses, promover una política medioambiental de manera acordada. A veces falta el sentido de un destino común. Pero la tierra misma, como casa común, habla del destino común de los distintos pueblos. La tierra y el cielo hablan de la unidad de la humanidad.
¿De dónde viene la incapacidad de escuchar los lamentos de la tierra y de leer los signos de los tiempos, reveladores de la crisis ecológica? Proviene de haberse puesto en el centro, de ese antropocentrismo que, paradójicamente, ha puesto la razón técnica y económica muy por encima de la realidad misma. El papa Francisco escribió en Laudato Si': «El paradigma tecnocrático también tiende a ejercer su dominio sobre la economía y la política. La economía asume todo desarrollo tecnológico en función del rédito, sin prestar atención a eventuales consecuencias negativas para el ser humano».
Cuando uno pierde la medida humana y personal del encuentro con el dolor de la mujer y el hombre heridos, ¿cómo puede sentir los dolores de la tierra y hacerse la pregunta ecológica para las generaciones futuras? La naturaleza se rebela contra la arrogancia caprichosa de «partes» de la humanidad, que quieren doblegarla y forzarla de todos los modos posibles para explotarla en beneficio de sus intereses inmediatos. El Papa sigue diciendo: «Todo está conectado. Si el ser humano se declara autónomo de la realidad y se constituye en dominador absoluto, la misma base de su existencia se desmorona». Por eso, debe cesar por completo el continuo enfrentamiento entre los adalides de la innovación y quienes no quieren cambiar nada.
Hacen falta soluciones concretas para que las necesidades de todos no eliminen las de algunos o viceversa. La pandemia nos ha enseñado que nadie se salva solo ni puede pretender estar sano en un mundo enfermo. Ante la injusticia y las desigualdades hay que proponer una alternativa de desarrollo realista que trate de ser amiga del hombre y de la naturaleza al mismo tiempo. Busquemos el camino para conciliar diferentes sensibilidades en nombre de una tensión hacia la igualdad que no sea abstracta sino que se base en la vida real del ser humano y de la naturaleza.
Si va a haber un cambio en el sistema económico (debido a las desigualdades y al empobrecimiento causado por la globalización), solo puede partir de una nueva idea de sostenibilidad que se convierta en un valor colectivo y no siga siendo solo un derecho individual, de grupo o sectario. En términos medioambientales, lo que hace falta no es lo que «me conviene, lo que no me molesta, lo que no perturba mi tranquilidad». Lo que hace falta es algo que represente el bien de todos, especialmente para los que todavía no han nacido. En este sentido, preservar el planeta debe ser la principal preocupación de todos.
Del mismo modo, deben abordarse los temas globales de la paz, las migraciones o el desarrollo. Para todo esto es necesario trabajar concretamente sobre el terreno, buscar alianzas en la sociedad, ofrecer ideas: esto solo se puede hacer entrando realmente en el terreno de la política vivida como una «vocación» a la cohesión y a la convivencia. 

[Traducción de la redacción]


[ Marco Impagliazzo ]