ORACIÓN CADA DÍA

Oraci?n por los enfermos
Palabra de dios todos los dias

Oraci?n por los enfermos

Recuerdo de Atenágoras (1886-1972), patriarca de Constantinopla, padre del diálogo ecuménico. Leer más

Libretto DEL GIORNO
Oraci?n por los enfermos
Lunes 7 de julio

Salmo 40 (41)

?Dichoso el que cuida del d?bil y del pobre!
En d?a de desgracia le libera Yahveh;

Yahveh le guarda, vida y dicha en la tierra le depara,
y no le abandona a la sa?a de sus enemigos;

le sostiene Yahveh en su lecho de dolor;
t? rehaces entera la postraci?n en que se sume.

"Yo he dicho: ""Tenme piedad, Yahveh,
sana mi alma, pues contra ti he pecado!"" "

"Mis enemigos hablan mal contra m?:
""?Cu?ndo se morir? y se perder? su nombre?"" "

Si alguien viene a verme, habla de cosas f?tiles,
el coraz?n repleto de maldad, va a murmurar afuera.

A una cuchichean contra m? todos los que me odian,
me achacan la desgracia que me aqueja:

Cosa de infierno ha ca?do sobre ?l,
ahora que se ha acostado, ya no ha de levantarse.

Hasta mi amigo ?ntimo en quien yo confiaba,
el que mi pan com?a, levanta contra m? su calca?ar.

Mas t?, Yahveh, tenme piedad,
lev?ntame y les dar? su merecido;

en esto sabr? que t? eres mi amigo:
si mi enemigo no lanza m?s su grito contra m?;

y a m? me mantendr?s en mi inocencia,
y ante tu faz me admitir?s por siempre.

?Bendito sea Yahveh, Dios de Israel,
desde siempre hasta siempre!
?Am?n! ?Am?n!

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.