ORACIÓN CADA DÍA

Liturgia del domingo
Palabra de dios todos los dias

Liturgia del domingo

III de Pascua
Recuerdo de Mar?a virgen venerada como Nuestra Se?ora de Luj?n, en Argentina.
Leer más

Libretto DEL GIORNO
Liturgia del domingo

III de Pascua
Recuerdo de Mar?a virgen venerada como Nuestra Se?ora de Luj?n, en Argentina.


Lectura del Evangelio

Aleluya, aleluya, aleluya.

Ayer fui sepultado con Cristo,
hoy resucito contigo que has resucitado,
contigo he sido crucificado,
acu?rdate de m?, Se?or, en tu Reino.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Lucas 24,13-35

Aquel mismo d?a iban dos de ellos a un pueblo llamado Ema?s, que distaba sesenta estadios de Jerusal?n, y conversaban entre s? sobre todo lo que hab?a pasado. Y sucedi? que, mientras ellos conversaban y discut?an, el mismo Jes?s se acerc? y sigui? con ellos; pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran. El les dijo: ??De qu? discut?s entre vosotros mientras vais andando?? Ellos se pararon con aire entristecido. Uno de ellos llamado Cleof?s le respondi?: ??Eres t? el ?nico residente en Jerusal?n que no sabe las cosas que estos d?as han pasado en ella?? El les dijo: ??Qu? cosas?? Ellos le dijeron: ?Lo de Jes?s el Nazoreo, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; c?mo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron. Nosotros esper?bamos que ser?a ?l el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres d?as desde que esto pas?. El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro, y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que hasta hab?an visto una aparici?n de ?ngeles, que dec?an que ?l viv?a. Fueron tambi?n algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres hab?an dicho, pero a ?l no le vieron.? El les dijo: ??Oh insensatos y tardos de coraz?n para creer todo lo que dijeron los profetas! ?No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara as? en su gloria?? Y, empezando por Mois?s y continuando por todos los profetas, les explic? lo que hab?a sobre ?l en todas las Escrituras. Al acercarse al pueblo a donde iban, ?l hizo adem?n de seguir adelante. Pero ellos le forzaron dici?ndole: ?Qu?date con nosotros, porque atardece y el d?a ya ha declinado.? Y entr? a quedarse con ellos. Y sucedi? que, cuando se puso a la mesa con ellos, tom? el pan, pronunci? la bendici?n, lo parti? y se lo iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero ?l desapareci? de su lado. Se dijeron uno a otro: ??No estaba ardiendo nuestro coraz?n dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?? Y, levant?ndose al momento, se volvieron a Jerusal?n y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, que dec?an: ??Es verdad! ?El Se?or ha resucitado y se ha aparecido a Sim?n!? Ellos, por su parte, contaron lo que hab?a pasado en el camino y c?mo le hab?an conocido en la fracci?n del pan.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

Ayer fui sepultado con Cristo,
hoy resucito contigo que has resucitado,
contigo he sido crucificado,
acu?rdate de m?, Se?or, en tu Reino.

Aleluya, aleluya, aleluya.

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.