ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de la Iglesia
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Memoria de la Iglesia


Lectura de la Palabra de Dios

Gloria a ti, oh Se?or, sea gloria a ti

Yo soy el buen pastor,
mis ovejas escuchan mi voz
y devendr?n
un solo reba?o y un solo redil.

Gloria a ti, oh Se?or, sea gloria a ti

Eclesiast?s 1,1-3

Palabras de Coh?let, hijo de David, rey en Jerusal?n. ?Vanidad de vanidades! - dice Coh?let -, ?vanidad de vanidades, todo vanidad! ?Qu? saca el hombre de toda la fatiga con que se afana bajo el sol?

 

Gloria a ti, oh Se?or, sea gloria a ti

Les doy un mandamiento nuevo:
que se amen los unos a los otros.

Gloria a ti, oh Se?or, sea gloria a ti

Coh?let es un pseud?nimo detr?s del cual se esconde el autor de estas "palabras"; se podr?a traducir con "predicador". El t?rmino evoca la asamblea ( q h l ) , q u i z ? u n a a s a m b l e a r e l i g i o s a o u n g r u p o d e d i s c ? p u l o s o , m ? s g e n ? r i c a m e n t e , e l  p u e b l o  ( c f . 1 2 , 9 ) . J u n t o a l o s P r o v e r b i o s , e l C a n t a r d e l o s C a n t a r e s y e l d e l a S a b i d u r ? a , e s t e p e q u e ? o l i b r o s e u n e a l o s l i b r o s s a p i e n c i a l e s d e l o s q u e S a l o m ? n e s inspirador. El vers?culo 2 nos presenta la frase m?s c?lebre de este peque?o libro, que recoge como en una s?ntesis todo su significado: "Todo es vanidad". El t?rmino hebreo vanidad que usa el autor, hebel, no es abstracto sino concreto: significa "soplo de viento". Es una met?fora que considera toda la vida, es m?s, toda la realidad, "como" un soplo. Es la misma ra?z utilizada para se?alar a "Abel", el hermano de Ca?n, cuya identidad es precisamente: "soplo", "debilidad". Muchos comentadores han traducido hebel con "vac?o", con "absurdo". Pero Coh?let no es un ateo ni uno que se ha desviado de la fe jud?a de su tiempo. ?l asume la provisionalidad, la inestabilidad, la poquedad, la vanidad que anida y que da cuerpo a toda la vida humana. De hecho, a?ade que toda la vida humana es un angustiante afanarse de trabajo y de compromisos que fatigan y consumen el cuerpo y la mente con vista a obtener alg?n beneficio. Pero, ?cu?l es el beneficio? Coh?let responde: nada. Es la advertencia a no concebir la vida o el trabajo como la conquista de un "producto": el puerto al que se llega es un "soplo de viento". Sin embargo, el autor no quiere destruir el deseo de vivir ni tampoco vanificar la b?squeda de la felicidad. A lo largo del peque?o libro nos enfrentaremos con una visi?n tr?gica de la vida que pasa como un soplo de viento, a pesar de nuestros prop?sitos de fuerza y omnipotencia. Pero al mismo tiempo ?sta se presenta tambi?n como algo bello. Lo que podemos entrever desde estas primeras palabras es la convicci?n de que este "soplo de viento" que somos nosotros es mirado y amado por Dios, como era mirado y amado por Dios Abel, el hijo de Ad?n y hermano de Ca?n. Todo hombre es un "Abel" que hay que amar y mirar como ha hecho el Se?or desde el inicio de la creaci?n.

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.