ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de los pobres
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Memoria de los pobres


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Este es el Evangelio de los pobres,
la liberaci?n de los prisioneros,
la vista de los ciegos,
la libertad de los oprimidos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

2Reyes 2,1-18

Esto pas? cuando Yahveh arrebat? a El?as en el torbellino al cielo. El?as y Eliseo partieron de Guilgal. Dijo El?as a Eliseo: "Qu?date aqu?, porque Yahveh me env?a a Betel." Eliseo dijo: "Vive Yahveh y vive tu alma, que no te dejar?." Y bajaron a Betel. Sali? la comunidad de los profetas que hab?a en Betel al encuentro de Eliseo y le dijeron: "?No sabes que Yahveh arrebatar? hoy a tu se?or por encima de tu cabeza?" Respondi?: "Tambi?n yo lo s?. ?Callad!" El?as dijo a Eliseo: "Qu?date aqu?, porque Yahveh me env?a a Jeric?." Pero ?l respondi?: "Vive Yahveh y vive tu alma, que no te dejar?", y siguieron hacia Jeric?. Se acerc? a Eliseo la comunidad de los profetas que hab?a en Jeric? y le dijeron: "?No sabes que Yahveh arrebatar? hoy a tu se?or por encima de tu cabeza?" Respondi?: "Tambi?n yo lo s?. ?Callad!" Le dijo El?as: "Qu?date aqu?, porque Yahveh me env?a al Jord?n." Respondi?: "Vive Yahveh y vive tu alma que no te dejar?", y fueron los dos. Cincuenta hombres de la comunidad de los profetas vinieron y se quedaron enfrente, a cierta distancia; ellos dos se detuvieron junto al Jord?n. Tom? El?as su manto, lo enroll? y golpe? las aguas, que se dividieron de un lado y de otro, y pasaron ambos a pie enjuto. Cuando hubieron pasado, dijo El?as a Eliseo: "P?deme lo que quieras que haga por ti antes de ser arrebatado de tu lado." Dijo Eliseo: "Que tenga dos partes de tu esp?ritu." Le dijo: "Pides una cosa dif?cil; si alcanzas a verme cuando sea llevado de tu lado, lo tendr?s; si no, no lo tendr?s." Iban caminando mientras hablaban, cuando un carro de fuego con caballos de fuego se interpuso entre ellos; y El?as subi? al cielo en el torbellino. Eliseo le ve?a y clamaba: "?Padre m?o, padre m?o! Carro y caballos de Israel! ?Auriga suyo!" Y no le vio m?s. Asi? sus vestidos y los desgarr? en dos. Tom? el manto que se le hab?a ca?do a El?as y se volvi?, par?ndose en la orilla del Jord?n. Tom? el manto de El?as y golpe? las aguas diciendo: ?D?nde est? Yahveh, el Dios de El?as?" Golpe? las aguas, que se dividieron de un lado y de otro, y pas? Eliseo. Habi?ndole visto la comunidad de los profetas que estaban enfrente, dijeron: "El esp?ritu de El?as reposa sobre Eliseo." Fueron a su encuentro, se postraron ante ?l en tierra, y le dijeron: "Hay entre tus siervos cincuenta hombres valerosos; que vayan a buscar a tu se?or, no sea que el esp?ritu de Yahveh se lo haya llevado y le haya arrojado en alguna monta?a o alg?n valle." El dijo: "No mand?is a nadie." Como le insistieran hasta la saciedad dijo: "Mandad." Mandaron cincuenta hombres que le buscaron durante tres d?as, pero no le encontraron. Se volvieron donde ?l, que se hab?a quedado en Jeric?, y les dijo: "?No os dije que no fuerais?".

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Hijo del hombre,
ha venido a servir,
quien quiera ser grande
se haga siervo de todos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Con esta p?gina se abre el "ciclo" de Eliseo, de quien ya se habla en el primer libro de los Reyes, cuando El?as, ech?ndole el manto encima, lo llama para que le siga (1 R 19, 19). El?as ahora est? atravesando el Jord?n como para dirigirse hacia su "tierra prometida", el cielo. Mientras los dos caminaban un carro de fuego tirado por caballos, tambi?n de fuego, se interpuso entre ellos. El libro del Eclesi?stico, como si quisiera subrayar la fuerza de la palabra prof?tica, dir?: "Surgi? el profeta El?as como un fuego, su palabra quemaba como antorcha" (48, 1). El?as, pues, es arrebatado al cielo y Eliseo, mientras grita hacia su maestro, lo ve desaparecer en las alturas. La desaparici?n de El?as, descrita con im?genes t?picas de la teofan?a, indica la experiencia religiosa de la muerte de El?as y el paso a Eliseo del ministerio prof?tico. Este, recibiendo el manto de su maestro, se convierte en el continuador oficial de aquel. Escribe el autor: "Recogi? el manto que hab?a ca?do de las espaldas de El?as, volvi? al Jord?n y se detuvo a la orilla". El disc?pulo debe volver al Jord?n para beber nuevamente de la fuente de la Palabra para transmitirla al pueblo del Se?or. Eliseo, de hecho, como todo profeta, y m?s a?n, como todo disc?pulo, no est? llamado a proponer sus doctrinas o sus pensamientos, sino a continuar la misi?n del maestro. Eliseo hab?a pedido a El?as: "que pasen a m? dos tercios de tu esp?ritu" (la traducci?n literal es "dos tercios"; otros traducen "el doble"). De hecho, la tradici?n rab?nica comenta que El?as hizo ocho milagros mientras que Eliseo hizo diecis?is. El disc?pulo acoge la herencia que El?as le transmite con el manto y su obra cobra eficacia. Aquel manto enrollado tiene la fuerza de dividir las aguas del Jord?n para que el profeta pueda cruzarlo. Es evidente la analog?a con el bast?n de Mois?s que dividi? el Mar Rojo (Ex 14, 16), y confirma tambi?n el paralelismo entre Mois?s y El?as. De hecho, tambi?n El?as hab?a tenido un encuentro con el Se?or en el Horeb, como Mois?s, y muere fuera de la tierra prometida, en Transjordania. Y tambi?n de El?as se conoce el sepulcro, como confirma la b?squeda de los cincuenta valientes (vv. 15-18). La alusi?n al paso del Mar Rojo y del Jord?n es evidente tambi?n en los nombres de las localidades citadas comunes al primer paso del Jord?n (Guilgal, Jeric? y Betel). El paralelismo entre Mois?s y El?as se establece tambi?n entre El?as y Eliseo. Y la analog?a de las situaciones que Eliseo est? llamado a afrontar (la destrucci?n de la dinast?a de Ajab, la guerra contra Baal, la amenaza aramea y el contraste entre un Israel fiel y uno infiel) demuestran la continuidad de la misi?n prof?tica frente a la permanencia del pecado y de la infidelidad del pueblo de Dios. Toda generaci?n necesita que se anuncie la palabra de Dios. El "esp?ritu del Se?or" (v. 16) que los jud?os hab?an olvidado, vuelve a aparecer con los profetas que chocan contra la monarqu?a (1 R 22, 24). La continuidad de la profec?a subraya la fidelidad de Dios que no cesa de acompa?ar y de hablar a su pueblo para que no se aleje del camino de la salvaci?n. El profeta, por su parte, est? llamado a vivir s?lo de la Palabra que debe anunciar con valent?a y generosidad. La Palabra es siempre la misma, aunque se proclame de manera nueva. Podr?amos decir que tambi?n nosotros debemos acoger el "manto" de El?as, es decir, el esp?ritu de profec?a, para vivirlo en nuestros d?as. Se suceden los profetas pero el "esp?ritu" es siempre ?nico. Y la presencia de los "hijos de los profetas" subraya la comunidad de los hermanos y de las hermanas que acompa?a a la misi?n prof?tica.

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.