ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de Jes?s crucificado
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Memoria de Jes?s crucificado


Lectura de la Palabra de Dios

Gloria a ti, oh Se?or, sea gloria a ti

Este es el Evangelio de los pobres,
la liberaci?n de los prisioneros,
la vista de los ciegos,
la libertad de los oprimidos.

Gloria a ti, oh Se?or, sea gloria a ti

Marcos 12,28-34

Acerc?se uno de los escribas que les hab?a o?do y, viendo que les hab?a respondido muy bien, le pregunt?: ??Cu?l es el primero de todos los mandamientos?? Jes?s le contest?: ?El primero es: Escucha, Israel: El Se?or, nuestro Dios, es el ?nico Se?or, y amar?s al Se?or, tu Dios, con todo tu coraz?n, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amar?s a tu pr?jimo como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor que ?stos.? Le dijo el escriba: ?Muy bien, Maestro; tienes raz?n al decir que El es ?nico y que no hay otro fuera de El, y amarle con todo el coraz?n, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al pr?jimo como a si mismo vale m?s que todos los holocaustos y sacrificios.? Y Jes?s, viendo que le hab?a contestado con sensatez, le dijo: ?No est?s lejos del Reino de Dios.? Y nadie m?s se atrev?a ya a hacerle preguntas.

 

Gloria a ti, oh Se?or, sea gloria a ti

El Hijo del hombre,
ha venido a servir,
quien quiera ser grande
se haga siervo de todos.

Gloria a ti, oh Se?or, sea gloria a ti

El pasaje del Evangelio de Marcos que hemos escuchado se enmarca dentro del ministerio de Jes?s en Jerusal?n. En medio de la hostilidad de los jefes del pueblo, cada vez m?s amenazante, aparece la demanda sincera de un escriba que se dirige a Jes?s y le pregunta: "?Cu?l es el primero de todos los mandamientos?" El escriba es en general un buen conocedor de la Ley, pero esta vez el que se acerca al Maestro no lo hace para ponerlo a prueba, sino para aprender de ?l una ense?anza decisiva. Y hace bien, porque nadie puede ser maestro de s? mismo; todos tenemos necesidad de preguntar al Se?or el sentido verdadero de las Escrituras para nuestra vida. Por desgracia nos olvidamos f?cilmente de escuchar las Escrituras, de recogernos en oraci?n, pensando que sabemos bien qu? hacer y c?mo vivir. Es el pecado de la autosuficiencia: pensamos poder prescindir del Se?or y su palabra. Hoy se nos presenta este escriba y se dirige a Jes?s tambi?n en nuestro nombre: "?cu?l es el coraz?n del Evangelio?" Jes?s responde que el "primer mandamiento" es doble: amar a Dios y amar al pr?jimo. Son dos amores inseparables; es m?s, forman un solo amor, una sola cosa. El ap?stol Juan escribe: "Quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve" (1 Jn 4, 20). Jes?s, que ha amado a Dios sobre todas las cosas, m?s que a su propia vida, y que igualmente ha amado a los hombres por encima de todo, m?s que a su vida, nos ofrece el ejemplo m?s alto del cumplimiento del "primer" mandamiento. Aquel escriba, satisfecho de la respuesta de Jes?s, escucha c?mo este le dice que no est? lejos del reino de Dios. A nosotros se nos ha dado mucho m?s que a aquel escriba; aprendamos de ?l, al menos, su disponibilidad para pedir y su prontitud en el recibir.

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.