ORACIÓN CADA DÍA

Liturgia del domingo
Palabra de dios todos los dias

Liturgia del domingo

III de Pascua
Recuerdo de Mar?a virgen venerada como Nuestra Se?ora de Luj?n, en Argentina.
Leer más

Libretto DEL GIORNO
Liturgia del domingo

Primera Lectura

Hechos de los Ap?stoles 2,14.22-33

Entonces Pedro, present?ndose con los Once, levant? su voz y les dijo: ?Jud?os y habitantes todos de Jerusal?n: Que os quede esto bien claro y prestad atenci?n a mis palabras: ?Israelitas, escuchad estas palabras: A Jes?s, el Nazoreo, hombre acreditado por Dios entre vosotros con milagros, prodigios y se?ales que Dios hizo por su medio entre vosotros, como vosotros mismos sab?is, a ?ste, que fue entregado seg?n el determinado designio y previo conocimiento de Dios, vosotros le matasteis clav?ndole en la cruz por mano de los imp?os; a ?ste, pues, Dios le resucit? libr?ndole de los dolores del Hades, pues no era posible que quedase bajo su dominio; porque dice de ?l David: Ve?a constantemente al Se?or delante de m?,
puesto que est? a mi derecha, para que no vacile. Por eso se ha alegrado mi coraz?n
y se ha alborozado mi lengua,
y hasta mi carne reposar? en la esperanza de que no abandonar?s mi alma en el Hades
ni permitir?s que tu santo experimente la corrupci?n.
Me has hecho conocer caminos de vida,
me llenar?s de gozo con tu rostro. ?Hermanos, permitidme que os diga con toda libertad c?mo el patriarca David muri? y fue sepultado y su tumba permanece entre nosotros hasta el presente. Pero como ?l era profeta y sab?a que Dios le hab?a asegurado con juramento que se sentar?a en su trono un descendiente de su sangre, vio a lo lejos y habl? de la resurrecci?n de Cristo, que ni fue abandonado en el Hades ni su carne experiment? la corrupci?n. A este Jes?s Dios le resucit?; de lo cual todos nosotros somos testigos. Y exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Esp?ritu Santo prometido y ha derramado lo que vosotros veis y o?s.

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.