ORACIÓN CADA DÍA

Palabra de dios todos los dias

Domingo de la Ascensi?n
Recuerdo de san Bonifacio, obispo y m?rtir. Anunci? el Evangelio en Alemania y fue asesinado mientras celebraba la Eucarist?a (+ 754)
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Libretto DEL GIORNO

Primera Lectura

Hechos de los Ap?stoles 1,1-11

El primer libro lo escrib?, Te?filo, sobre todo lo que Jes?s hizo y ense?? desde un principio hasta el d?a en que, despu?s de haber dado instrucciones por medio del Esp?ritu Santo a los ap?stoles que hab?a elegido, fue llevado al cielo. A estos mismos, despu?s de su pasi?n, se les present? d?ndoles muchas pruebas de que viv?a, apareci?ndoseles durante cuarenta d?as y habl?ndoles acerca de lo referente al Reino de Dios. Mientras estaba comiendo con ellos, les mand? que no se ausentasen de Jerusal?n, sino que aguardasen la Promesa del Padre, ?que o?steis de m?: Que Juan bautiz? con agua, pero vosotros ser?is bautizados en el Esp?ritu Santo dentro de pocos d?as?. Los que estaban reunidos le preguntaron: ?Se?or, ?es en este momento cuando vas a restablecer el Reino de Israel?? El les contest?: ?A vosotros no os toca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autoridad, sino que recibir?is la fuerza del Esp?ritu Santo, que vendr? sobre vosotros, y ser?is mis testigos en Jerusal?n, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.? Y dicho esto, fue levantado en presencia de ellos, y una nube le ocult? a sus ojos. Estando ellos mirando fijamente al cielo mientras se iba, se les aparecieron dos hombres vestidos de blanco que les dijeron: ?Galileos, ?qu? hac?is ah? mirando al cielo? Este que os ha sido llevado, este mismo Jes?s, vendr? as? tal como le hab?is visto subir al cielo.?

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.