ORACIÓN CADA DÍA

Liturgia del domingo
Palabra de dios todos los dias

Liturgia del domingo

XIX del tiempo ordinario Leer más

Libretto DEL GIORNO
Liturgia del domingo

Primera Lectura

1Reyes 19,9.11-13

All? entr? en la cueva, y pas? en ella la noche. Le fue dirigida la palabra de Yahveh, que le dijo: "?Qu? haces aqu? El?as?" Le dijo: "Sal y ponte en el monte ante Yahveh." Y he aqu? que Yahveh pasaba. Hubo un hurac?n tan violento que hend?a las monta?as y quebrantaba las rocas ante Yahveh; pero no estaba Yahveh en el hurac?n. Despu?s del hurac?n, un temblor de tierra; pero no estaba Yahveh en el temblor. Despu?s del temblor, fuego, pero no estaba Yahveh en el fuego. Despu?s del fuego, el susurro de una brisa suave. Al o?rlo El?as, cubri? su rostro con el manto, sali? y se puso a la entrada de la cueva. Le fue dirigida una voz que le dijo: "?Qu? haces aqu?, El?as?"

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.