ORACIÓN CADA DÍA

Epifan?a del Se?or
Palabra de dios todos los dias

Epifan?a del Se?or

Epifan?a del Se?or.
Las Iglesias ortodoxas que siguen el calendario gregoriano celebran el Bautismo del Se?or en el Jord?n y su manifestaci?n (epifan?a) al mundo.
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Libretto DEL GIORNO
Epifan?a del Se?or
Viernes 6 de enero

Primera Lectura

Isa?as 60,1-6

?Arriba, resplandece, que ha llegado tu luz,
y la gloria de Yahveh sobre ti ha amanecido! Pues mira c?mo la oscuridad cubre la tierra,
y espesa nube a los pueblos,
mas sobre ti amanece Yahveh
y su gloria sobre ti aparece. Caminar?n las naciones a tu luz,
y los reyes al resplandor de tu alborada. Alza los ojos en torno y mira:
todos se re?nen y vienen a ti.
Tus hijos vienen de lejos,
y tus hijas son llevadas en brazos. T? entonces al verlo te pondr?s radiante,
se estremecer? y se ensanchar? tu coraz?n,
porque vendr?n a ti los tesoros del mar,
las riquezas de las naciones vendr?n a ti. Un sin fin de camellos te cubrir?,
j?venes dromedarios de Madi?n y Ef?.
Todos ellos de Sab? vienen
portadores de oro e incienso
y pregonando alabanzas a Yahveh.

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.