ORACIÓN CADA DÍA

Jueves santo
Palabra de dios todos los dias

Jueves santo

Jueves Santo
Recuerdo de la ?ltima cena y el Lavatorio de los pies
Leer más

Libretto DEL GIORNO
Jueves santo
Jueves 5 de abril

Primera Lectura

?xodo 12,1-8.11-14

Dijo Yahveh a Mois?s y Aar?n en el pa?s de Egipto: Este mes ser? para vosotros el comienzo de los meses; ser? el primero de los meses del a?o. Hablad a toda la comunidad de Israel y decid: El d?a diez de este mes tomar? cada uno para s? una res de ganado menor por familia, una res de ganado menor por casa. Y si la familia fuese demasiado reducida para una res de ganado menor, traer? al vecino m?s cercano a su casa, seg?n el n?mero de personas y conforme a lo que cada cual pueda comer. El animal ser? sin defecto, macho, de un a?o. Lo escoger?is entre los corderos o los cabritos. Lo guardar?is hasta el d?a catorce de este mes; y toda la asamblea de la comunidad de los israelitas lo inmolar? entre dos luces. Luego tomar?n la sangre y untar?n las dos jambas y el dintel de las casas donde lo coman. En aquella misma noche comer?n la carne. La comer?n asada al fuego, con ?zimos y con hierbas amargas. As? lo hab?is de comer: ce?idas vuestras cinturas, calzados vuestros pies, y el bast?n en vuestra mano; y lo comer?is de prisa. Es Pascua de Yahveh. Yo pasar? esta noche por la tierra de Egipto y herir? a todos los primog?nitos del pa?s de Egipto, desde los hombres hasta los ganados, y me tomar? justicia de todos los dioses de Egipto. Yo, Yahveh. La sangre ser? vuestra se?al en las casas donde mor?is. Cuando yo vea la sangre pasar? de largo ante vosotros, y no habr? entre vosotros plaga exterminadora cuando yo hiera el pa?s de Egipto. Este ser? un d?a memorable para vosotros, y lo celebrar?is como fiesta en honor de Yahveh de generaci?n en generaci?n. Decretar?is que sea fiesta para siempre".

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.