ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de la Madre del Se?or
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Memoria de la Madre del Se?or
Martes 31 de julio


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Esp?ritu del Se?or est? sobre ti,
el que nacer? de ti ser? santo.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Segunda Pedro 2,1-14

Hubo tambi?n en el pueblo falsos profetas, como habr? entre vosotros falsos maestros que introducir?n herej?as perniciosas y que, negando al Due?o que los adquiri?, atraer?n sobre s? una r?pida destrucci?n. Muchos seguir?n su libertinaje y, por causa de ellos, el Camino de la verdad ser? difamado. Traficar?n con vosotros por codicia, con palabras artificiosas; desde hace tiempo su condenaci?n no est? ociosa, ni su perdici?n dormida. Pues si Dios no perdon? a los ?ngeles que pecaron, sino que, precipit?ndolos en los abismos tenebrosos del T?rtaro, los entreg? para ser custodiados hasta el Juicio; si no perdon? al antiguo mundo, aunque preserv? a No?, heraldo de la justicia, y a otros siete, cuando hizo venir el diluvio sobre un mundo de imp?os; si conden? a la destrucci?n las ciudades de Sodoma y Gomorra, reduci?ndolas a cenizas, poni?ndolas como ejemplo para los que en el futuro vivir?an imp?amente; y si libr? a Lot, el justo, oprimido por la conducta licenciosa de aquellos hombres disolutos - pues este justo, que viv?a en medio de ellos, torturaba d?a tras d?a su alma justa por las obras inicuas que ve?a y o?a - es porque el Se?or sabe librar de las pruebas a los piadosos y guardar a los imp?os para castigarles en el d?a del Juicio, sobre todo a los que andan tras la carne con apetencias impuras y desprecian al Se?or?o. Atrevidos y arrogantes, no temen insultar a las Glorias, cuando los ?ngeles, que son superiores en fuerza y en poder, no pronuncian juicio injurioso contra ellas en presencia del Se?or. Pero ?stos, como animales irracionales, destinados por naturaleza a ser cazados y muertos, que injurian lo que ignoran, con muerte de animales morir?n, sufriendo da?o en pago del da?o que hicieron. Tienen por felicidad el placer de un d?a; hombres manchados e infames, que se entregan de lleno a los placeres mientras banquetean con vosotros. Tienen los ojos llenos de adulterio, que no se sacian de pecado, seducen a las almas d?biles, tienen el coraz?n ejercitado en la codicia, ?hijos de maldici?n!

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

He aqu? Se?or, a tus siervos:
h?gase en nosotros seg?n tu Palabra.

Aleluya, aleluya, aleluya.

En la vida de la comunidad cristiana, junto a los verdaderos profetas que comunican el Evangelio, est?n tambi?n aquellos que insin?an doctrinas falsas e inducen a comportamientos desviados. Pedro arremete contra estos y reclama la atenci?n de los creyentes porque estos se insin?an entre los creyentes con su libertinaje y sus excesos. Escribe: "Tienen por felicidad el placer de un d?a; hombres manchados e infames, que se entregan de lleno a los placeres mientras banquetean con vosotros". Pedro dice claramente que estos, aunque formen parte de la comunidad, intentan enga?ar a los hermanos para alejarlos de la soberan?a del Se?or que pag? un caro precio para salvarles. Pero advierte que "desde hace tiempo su condenaci?n no est? ociosa, ni su perdici?n dormida"; es decir, los falsos profetas ya est?n condenados. Qui?nes eran estos exactamente no es f?cil decirlo. Pedro los describe como personas arrogantes, fanfarronas, que en su seguridad desprecian las ense?anzas que han aprendido en la comunidad y se ponen por encima de todos, hasta el punto de poderse permitir todo tipo de acci?n malvada e inmoral sin considerarse culpables. En la historia ya est? presente y act?a el severo juicio de Dios sobre aquellos que se hacen siervos del mal, a los que Pedro llama "hijos de maldici?n". La maldici?n es la condici?n del hombre que vive sin Dios, que es bendici?n. La condena de los malvados no es extra?a a la historia de la salvaci?n. El ap?stol, con algunas im?genes extra?das del Primer Testamento, presenta algunos ejemplos de justicia que se abate contra el mal: el castigo de los ?ngeles pecadores, la destrucci?n que provocaron las aguas del diluvio, la muerte de los habitantes de Sodoma y Gomorra. Pero cada vez, junto a la condena, el Se?or salva a los justos de la destrucci?n, como hizo con No?, al que salv? del diluvio, y con Lot, de la destrucci?n de Sodoma. A ellos, como a los creyentes de todos los tiempos, el Se?or les conf?a la misi?n de dar testimonio entre los hombres de la grandeza de la misericordia de Dios.

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.