ORACIÓN CADA DÍA

Liturgia del domingo
Palabra de dios todos los dias

Liturgia del domingo

XXVI del tiempo ordinario
Recuerdo de san Jer?nimo, doctor de la Iglesia, que muri? en Bel?n el 420. Tradujo la Biblia al lat?n. Oraci?n para que la voz de la Escritura se oiga en toda lengua.
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Libretto DEL GIORNO
Liturgia del domingo
Domingo 30 de septiembre

Primera Lectura

N?meros 11,25-29

Baj? Yahveh en la Nube y le habl?. Luego tom? algo del esp?ritu que hab?a en ?l y se lo dio a los setenta ancianos. Y en cuanto repos? sobre ellos el esp?ritu, se pusieron a profetizar, pero ya no volvieron a hacerlo m?s. Hab?an quedado en el campamento dos hombres, uno llamado Eldad y el otro Medad. Repos? tambi?n sobre ellos el esp?ritu, pues aunque no hab?an salido a la Tienda, eran de los designados. Y profetizaban en el campamento. Un muchacho corri? a anunciar a Mois?s: "Eldad y Medad est?n profetizando en el campamento." Josu?, hijo de Nun, que estaba al servicio de Mois?s desde su mocedad, respondi? y dijo: "Mi se?or Mois?s, proh?beselo." Le respondi? Mois?s: "?Es que est?s t? celoso por m?? ?Qui?n me diera que todo el pueblo de Yahveh profetizara porque Yahveh les daba su esp?ritu!"

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.