ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de los santos y de los profetas
Palabra de dios todos los dias

Memoria de los santos y de los profetas

Fiesta de san Egidio, monje de Oriente que viajó a Occidente. Vivió en Francia y se convirtió en padre de muchos monjes. La Comunidad de Sant'Egidio debe su nombre a la iglesia de Roma dedicada al santo. Se recuerda hoy también el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Oración por el fin de todas las guerras. La Iglesia ortodoxa empieza el año litúrgico. Jornada mundial de oración por el cuidado de la creación. Para los musulmanes es la fiesta del sacrificio (Aid al-Adha)
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Libretto DEL GIORNO
Memoria de los santos y de los profetas
Viernes 1 de septiembre

Letanías de los santos

Señor, ten piedad de nosotros

Señor, ten piedad de nosotros

Cristo, ten piedad de nosotros

Cristo, ten piedad de nosotros

Señor, ten piedad de nosotros

Señor, ten piedad de nosotros

Santa María, Madre de Dios

Ruega con nosotros

Santa María de la clemencia

Ruega con nosotros

Santos Profetas

Rueguen con nosotros

San Juan Bautista

Ruega con nosotros

Santos Apóstoles y Evangelistas

Rueguen con nosotros

Santos Pedro y Pablo

Rueguen con nosotros

San Andrés

Ruega con nosotros

Santiago

Ruega con nosotros

San Bartolomé

Ruega con nosotros

Santa María Magdalena

Ruega con nosotros

San Calixto

Ruega con nosotros

Santa Cecilia

Ruega con nosotros

San Antonio

Ruega con nosotros

Santos Cosme y Damián

Ruega con nosotros

San Basilio

Ruega con nosotros

San Agustín

Ruega con nosotros

San Benito

Ruega con nosotros

Santa Escolástica

Ruega con nosotros

San Gregorio

Ruega con nosotros

San Egidio

Ruega con nosotros

Santos Cirilo y Metodio

Rueguen con nosotros

San Adalberto

Ruega con nosotros

San Francisco

Ruega con nosotros

Santa Clara

Ruega con nosotros

Santa Francisca Romana

Ruega con nosotros

San Felipe Neri

Ruega con nosotros

Santos Obispos y Pastores

Rueguen con nosotros

Santos monjes y eremitas

Rueguen con nosotros

San Juan XXIII

Ruega con nosotros

San Juan Pablo Ii

Ruega con nosotros

Beato óscar Romero

Ruega con nosotros

Santos mártires

Rueguen con nosotros

Santas vírgenes y viudas

Rueguen con nosotros

Todos ustedes pobres de espíritu

Rueguen con nosotros

Todos ustedes sedientos de justicia

Rueguen con nosotros

Todos ustedes hombres de buena voluntad

Rueguen con nosotros

Todos ustedes santos de esta ciudad

Rueguen con nosotros

Hermanos y hermanas dispersos por todas partes

Rueguen con nosotros

Líbranos de la muerte y del pecado,

Te rogamos, óyenos

Líbranos de la violencia y de la injusticia

Te rogamos, óyenos

Líbranos de la soledad y del llanto

Te rogamos, óyenos

Líbranos de toda angustia

Te rogamos, óyenos

Líbranos de toda mal

Te rogamos, óyenos

Dónanos la vida plena

Te rogamos, óyenos

Dona la liberación a los prisioneros

Te rogamos, óyenos

Dona la curación a los enfermos

Te rogamos, óyenos

Dona la paz a quien nos pone trabas

Te rogamos óyenos

Muéstranos tu rostro

Y seremos salvados.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.