Aquellos fragilísimos puentes de paz que cruzan el Bósforo. Artículo de Andrea Riccardi en Famiglia Cristiana

Turquía media mientras siguen los combates en Ucrania y las posiciones de Kiev y Moscú aún están muy alejadas

Porque el fin de la guerra podría llegar desde un palacio de Estambul. Gracias (entre otros) a Erdogan

La guerra de Ucrania continúa: bombardeos, muertes, refugiados que abandonan sus hogares, ciudades arrasadas, como Mariúpol. No se alcanza a ver el final de tanto dolor. Mientras tanto, en Estambul, en presencia y con la intervención del presidente turco Erdogan, se llevó a cabo una sesión de negociaciones entre rusos y ucranianos. Anteriormente se habían celebrado otras reuniones en Bielorrusia. 

Pero en Estambul finalmente hay un mediador, Turquía, que hace sentir su peso y la fuerza de los lazos con Ucrania, que domina el mar Negro y tiene relaciones históricas con los turcos, y con Rusia, a la que el gobierno de Ankara (a pesar de formar parte de la OTAN) compró armamentos. Hacía falta un mediador mientras prosiguen los combates en Ucrania, y las posiciones de Kiev y Moscú están muy alejadas. 

Inicialmente pareció que podía ser el israelí Bennet, pero ahora la partida se juega en Turquía. Las negociaciones tienen lugar en Dolmabahçe, el palacio turco más grande, con vistas al mar en Estambul, residencia de los sultanes desde el siglo XIX, de donde salió el último de ellos y donde murió el fundador de la Turquía moderna, Atatürk. El solemne marco y la presencia de Erdogan demuestran la importancia que da Turquía a las negociaciones con todo el peso de su diplomacia. 

Muchos se mostraron escépticos sobre las posibilidades de que las negociaciones tuvieran éxito. Se ha dicho que es imposible negociar mientras prosiguen los combates. De hecho, es dramático hablar de mediación mientras se matan unos a otros en el campo o mueren en Ucrania bajo los bombardeos rusos. Pero ya ha ocurrido lo mismo en muchas situaciones de conflicto. 

La verdadera pregunta es si Rusia quiere el acuerdo, que rebaja sus pretensiones. Los países europeos están a favor del proceso de negociación, aunque no ven la luz al final del túnel tras dos días de debate. ¿Pero qué tipo de negociación puede dar frutos en dos días? 

El presidente ucraniano Zelensky tiene, comprensiblemente, dos registros: uno que repite en el mensaje que repite a los parlamentos del mundo en el que denuncia la agresión rusa y pide todo el apoyo posible, y otro que yo llamaría negociador. Tengo la impresión de que este segundo registro se ha fortalecido en los últimos días. El líder ucraniano propone que Rusia renuncie a las objeciones a la entrada de Kiev en la Unión Europea, que no se uniría a la OTAN pero sí obtendría garantías de su independencia de algunos países (entre los que se habla también de Italia). 

Moscú, por su parte, exige garantías sobre la protección de la lengua rusa en Ucrania y el desarme del país. Hay que entender mejor qué papel quieren desempeñar los Estados Unidos. 

En las capitales europeas, predomina la reserva, cuando no el escepticismo. Es comprensible, pero esta es la única forma posible de alcanzar un «alto el fuego», para evitar que la guerra se extienda (siempre existe el fantasma del uso del arma atómica) o se eternice en Ucrania, como ha ocurrido en Siria. En el Bósforo, en Estambul, hay puentes sólidos que soportan el intenso tráfico de la megalópolis. Esperemos que el frágil puente de paz, que los turcos han tendido entre rusos y ucranianos, se fortalezca y ponga fin pronto a esta desdichada guerra.

 

Artículo de  Andrea Riccardi en Famiglia Cristiana del 10/4/2022