El antisemitismo después de Auschwitz. Artículo de Marco Impagliazzo

Artículo: El Día de la Memoria/1

En la novela autobiográfica “Mi hermana Antígona”, la escritora judía alemana Grete Weil, que se libró de la deportación durante la guerra, escribió con terrible tormento que «cuanto más pasa el tiempo, más se acerca Auschwitz». Aquel campo de concentración fue el resultado terrible de un largo camino de antisemitismo. El antisemitisno no desapareció para siempre: puede volver a aparecer, y hoy hemos visto su reaparición.
Este año la celebración del Día de la Memoria es una celebración dolorosa por la guerra en curso entre Israel y Hamás. Pero precisamente por eso hay que poner en primer plano el 27 de enero y hay que ayudar a todos a reflexionar sobre el tiempo que vivimos. El antisemitismo es un fenómeno complejo, multiforme, que ha tenido un peso enorme a lo largo de la historia. Sería un error pensar que es un problema solo para los judíos: afecta a todo el mundo, porque toca cuestiones fundamentales como la identidad, la inclusión y la exclusión, el uso político e ideológico de las religiones, y la democracia.
Dicho de otro modo, es una cuestión crucial para la sociedad en su conjunto porque plantea la posibilidad de convivir pacíficamente y de superar la idea de que los que son distintos de nosotros son enemigos. El caso del nazismo es emblemático: empezó cebándose con los judíos hasta la muerte y destruyó la convivencia cívica y, tras haber desatado una guerra desastrosa, terminó transformando Alemania en un montón de ruinas.
En vista de la relevancia del antisemitismo a lo largo del tiempo, se han multiplicado hasta tal punto los estudios sobre sus causas y sus características que algunos ya hablan de una “hipertrofia de la memoria” que tendría el efecto negativo de “normalizar” la tragedia que se vivió durante la II Guerra Mundial. Pero recordar colectivamente es fundamental. De hecho, la memoria debe manifestarse con mayor profusión precisamente en los momentos más difíciles, como el que estamos viviendo.
Después del estallido de la guerra en Gaza han aumentado enormemente los episodios de antisemitismo. En Estados Unidos, la Anti Defamation League (AdO) ha contabilizado 2031 acciones antijudías entre el 7 de octubre y el 12 de diciembre de 2023, con un aumento del 337% respecto a 2022. En Australia, según las comunidades judías locales, el aumento ha sido del 591%. En Berlín han tirado cócteles molotov contra sinagogas y en Francia han aparecido estrellas de David sobre las casas de judíos, lo que ha hecho aumentar en un 430% las solicitudes de emigración a Israel. En Italia, donde la intensidad del odio antijudío tal vez ha sido menor, judíos con la kipá han recibido insultos en Roma, Génova y Milán.
Además, se difunde un negacionismo rastrero que ni siquiera necesita historiadores negacionistas. Y eso ocurre ya desde unos años antes del ataque terrorista de Hamás en territorio israelí. Tomando solo como ejemplo a Italia, según datos del Eurispes, entre 2004 y 2020 el número de personas que afirman que la Shoá no ocurrió, pasó del 3% al 16%. Hoy el negacionismo es más banal y simplificado respecto a hace unas décadas. El presidente italiano, Mattarella, ayer dijo: «Los muertos de Auschwitz, dispersos por el viento, nos advierten continuamente: el camino del hombre avanza por sendas accidentadas y peligrosas. Así lo manifiesta el retorno al mundo de peligrosos casos de antisemitismo: el prejuicio que corrobora antiguos estereotipos antijudíos, potenciado por medios de comunicación sin control y sin pudor. La constitución italiana indica claramente que todos los ciudadanos son portadores de los mismos derechos».
Existe el peligro de devaluar el antisemitismo y la Shoá secundando una visión ideológica que pone a Israel y a Hamás en el mismo plano. Actualmente muchos consideran que los judíos son colectivamente responsables de las decisiones del gobierno de Netanyahu, y se les acusa de infligir al pueblo palestino el mismo sufrimiento que ellos soportaron en el pasado. Se hacen comparativas históricas que no tienen sentido pero que arraigan entre la gente. Es una involución del debate sobre judíos y antisemitismo que hay que tomar muy en serio.
Hace falta una nueva capacidad de comunicar a las generaciones más jóvenes lo que ocurrió. Auschwitz, efectivamente, es un punto nodal de la historia, un episodio ineludible. Es la piedra de tropiezo que nos obliga a hacer memoria, para no preparar un futuro desastroso. El antisemitismo nos afecta a todos, nos amenaza a todos, es como una avalancha que, si nadie la detiene, se lleva por delante todo lo que encuentra en su camino y solo deja muerte y destrucción. Es el rostro de la división en un mundo que solo podrá vivir en paz si sabe encontrar las razones de la convivencia entre gente diferente.

[Marco Impagliazzo]

[Traducción de la redacción]