LA PREGÀRIA CADA DIA

Oración con María, madre del Señor
Paraula de déu cada dia

Oración con María, madre del Señor

Comienza la Semana de oración por la unidad de los cristianos. Recuerdo especial de la Iglesia Católica. Llegir més

Libretto DEL GIORNO
Oración con María, madre del Señor
Martes 18 de enero

Comienza la Semana de oración por la unidad de los cristianos. Recuerdo especial de la Iglesia Católica.


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Espíritu del Señor está sobre ti,
el que nacerá de ti será santo.

Aleluya, aleluya, aleluya.

1Samuel 16,1-13

Dijo Yahveh a Samuel: "¿Hasta cuándo vas a estar llorando por Saúl, después que yo le he rechazado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite y vete. Voy a enviarte a Jesé, de Belén, porque he visto entre sus hijos un rey para mí." Samuel replicó: "¿Cómo voy a ir? Se enterará Saúl y me matará." Respondió Yahveh: "Lleva contigo una becerra y di: "He venido a sacrificar a Yahveh." Invitarás a Jesé al sacrificio y yo te indicaré lo que tienes que hacer, y me ungirás a aquel que yo te diga." Hizo Samuel lo que Yahveh le había ordenado y se fue a Belén. Salieron temblando a su encuentro los ancianos de la ciudad y le preguntaron: "¿Es de paz tu venida, vidente?" Samuel respondió: "Sí; he venido a sacrificar a Yahveh. Purificaos y venid conmigo al sacrificio." Purificó a Jesé y a sus hijos y les invitó al sacrificio. Cuando ellos se presentaron vio a Eliab y se dijo: "Sin duda está ante Yahveh su ungido." Pero Yahveh dijo a Samuel: "No mires su apariencia ni su gran estatura, pues yo le he descartado. La mirada de Dios no es como la mirada del hombre, pues el hombre mira las apariencias, pero Yahveh mira el corazón." Llamó Jesé a Abinadab y le hizo pasar ante Samuel, que dijo: "Tampoco a éste ha elegido Yahveh." Jesé hizo pasar a Sammá, pero Samuel dijo: "Tampoco a éste ha elegido Yahveh." Hizo pasar Jesé a sus siete hijos ante Samuel, pero Samuel dijo: "A ninguno de éstos ha elegido Yahveh." Preguntó, pues, Samuel a Jesé: "¿No quedan ya más muchachos?" El respondió: "Todavía falta el más pequeño, que está guardando el rebaño." Dijo entonces Samuel a Jesé: "Manda que lo traigan, porque no comeremos hasta que haya venido." Mandó, pues, que lo trajeran; era rubio, de bellos ojos y hermosa presencia. Dijo Yahveh: "Levántate y úngelo, porque éste es." Tomó Samuel el cuerno de aceite y le ungió en medio de sus hermanos. Y a partir de entonces, vino sobre David el espíritu de Yahveh. Samuel se levantó y se fue a Ramá.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

He aquí Señor, a tus siervos:
hágase en nosotros según tu Palabra.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Samuel debe ir a un nuevo territorio porque el Señor ha reconocido un nuevo rey: "he visto entre sus hijos un rey para mí". Samuel reconoce la naturaleza arriesgada de la empresa y objeta: "Se enterará Saúl y me matará". Pero el Señor le sugiere ir a Belén para sortear el obstáculo. Al verlo en la ciudad, los habitantes tienen miedo. Saben bien quién es Samuel y piensan que pueda llevar turbación a la ciudad. Después de tranquilizarles, Samuel cumple el sacrificio y encuentra a Jesé que hace desfilar a sus hijos delante del profeta. Se presenta Eliab, el primero de los hijos de Jesé, y Samuel queda impresionado de su aspecto, pero el Señor, que habla directamente con el profeta, le advierte: "No es como ve el hombre, pues el hombre ve las apariencias, pero el Señor contempla el corazón". Este es el principio que guía al Señor y que le lleva a elegir al último de los hijos de Jesé, David, el más joven. En tan poca consideración lo tenía el padre que pensaba que ni siquiera valía la pena presentarlo al profeta. Pero la mirada de Dios se había posado en él. Samuel pide que lo llamen: no cenarán hasta que no aparezca el octavo hijo. Viene a la mente la escena evangélica en que Jesús pone a un niño en medio de los discípulos y lo abraza. Así es el actuar de Dios. El Señor ha elegido al joven David: él será quien reine sobre Israel. El Señor y Samuel ya están vinculados a este joven que en el futuro debería reinar sobre Israel. La unción lo constituyó en enviado de Dios. Es lo que le sucede a todo cristiano cuando recibe la unción en el bautismo: su grandeza no está en su "estatura" o en su sabiduría, sino únicamente en la predilección y en el amor de Dios. Y el Señor, que unge con el Espíritu Santo a sus hijos, hace cosas grandes a través de ellos.

La pregària és el cor de la vida de la Comunitat de Sant’Egidio, la seva primera "obra". Al final del dia, totes les Comunitats, tant si són grans com si són petites, es reuneixen al voltant del Senyor per escoltar la seva Paraula i dirigir-s'hi en la seva invocació. Els deixebles només poden estar als peus de Jesús, com Maria de Betània, per triar la "millor part" (Lc 10,42) i aprendre'n els seus mateixos sentiments (cfr. Flp 2,5).

Sempre que la Comunitat torna al Senyor, fa seva la súplica del deixeble anònim: "Senyor, ensenya'ns a pregar" (Lc 11,1). I Jesús, mestre de pregària, respon: "Quan pregueu, digueu: Abbà, Pare".

Quan preguem, encara que ho fem dins del cor, mai no estem aïllats ni som orfes, perquè en tot moment som membres de la família del Senyor. En la pregària comuna es veu clarament, a més del misteri de la filiació, el de la fraternitat.

Les Comunitats de Sant'Egidio que hi ha al món es reuneixen als diferents llocs que destinen a la pregària i presenten al Senyor les esperances i els dolors dels homes i les dones "malmenats i abatuts" de què parla l'Evangeli (Mt 9,36). En aquella gent d'aleshores s'inclouen els habitants de les ciutats contemporànies, els pobres que són marginats de la vida, tots aquells que esperen que algú els contracti (cfr. Mt 20).

La pregària comuna recull el crit, l'aspiració, el desig de pau, de guarició, de sentit de la vida i de salvació que hi ha en els homes i les dones d'aquest món. La pregària mai no és buida. Puja incessantment al Senyor perquè el plor es transformi en joia, la desesperació en felicitat, l'angoixa en esperança i la solitud en comunió. I perquè el Regne de Déu arribi aviat als homes.