LA PREGÀRIA CADA DIA

Oración de la Vigilia
Paraula de déu cada dia

Oración de la Vigilia

Oración por la unidad de los cristianos. Recuerdo especial de las Iglesias y comunidades eclesiales protestantes (luteranas, reformadas, metodistas, baptistas, pentecostales y evangélicas). Llegir més

Libretto DEL GIORNO
Oración de la Vigilia
Sábado 22 de enero

Oración por la unidad de los cristianos. Recuerdo especial de las Iglesias y comunidades eclesiales protestantes (luteranas, reformadas, metodistas, baptistas, pentecostales y evangélicas).


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Quien vive y cree en mí
no morirá jamas.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Después de la muerte de Saúl, volvió David de derrotar a los amalecitas y se quedó dos días en Siquelag. Al tercer día llegó del campamento uno de los hombres de Saúl, con los vestidos rotos y cubierta de polvo su cabeza; al llegar donde David cayó en tierra y se postró. David le dijo: "¿De dónde vienes?" Le respondió: "Vengo huyendo del campamento de Israel." Le preguntó David: "¿Qué ha pasado? Cuéntamelo." Respondió: "Que el pueblo ha huido de la batalla; han caído muchos del pueblo y también Saúl y su hijo Jonatán han muerto." Tomando David sus vestidos los desgarró, y lo mismo hicieron los hombres que estaban con él. Se lamentaron y lloraron y ayunaron hasta la noche por Saúl y por su hijo Jonatán, por el pueblo de Yahveh, y por la casa de Israel, pues habían caído a espada. David entonó esta elegía por Saúl y por su hijo Jonatán. La gloria, Israel, ha sucumbido en tus montañas.
¡Cómo han caído los héroes! Saúl y Jonatán, amados y amables,
ni en vida ni en muerte separados,
más veloces que águilas,
más fuertes que leones. Hijas de Israel, por Saúl llorad,
que de lino os vestía y carmesí,
que prendía joyas de oro
de vuestros vestidos. ¡Cómo cayeron los héroes en medio del combate!
¡Jonatán! Por tu muerte estoy herido, por ti lleno de angustia, Jonatán, hermano mío,
en extremo querido,
más delicioso para mí tu amor que el amor de las
mujeres. ¡Cómo cayeron los héroes,
cómo perecieron las armas de combate!

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

Si tú crees, verás la gloria de Dios,
dice el Señor.

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Segundo libro de Samuel comienza con la narración de la muerte de Saúl a causa de un amalecita. En el relato del amalecita no hay signos de ninguna turbación por lo que había hecho. Es como si se hubiese tratado de una acción cualquiera. Ante ese relato David se indigna, tanto por la muerte de Saúl y de Jonatán, como porque el amalecita "no ha temido alzar su mano para matar al ungido del Señor". David ordena su muerte. Este, jactándose de haber matado a Saúl, se gloriaba de un gravísimo sacrilegio contra la santidad de Dios, que había elegido a Saúl como "ungido de Israel". Con ese gesto David parece querer extirpar una práctica que empezaba a resultar usual en el ordenamiento de la joven monarquía de Israel, es decir, la de matar a un rey ya débil para congraciarse con el sucesor (cfr. 4,5-12). Con Jesús, las relaciones entre los hombres deben regularse de una forma radicalmente diferente: el amor y no la venganza debe reinar entre los hombres. Solo en esta perspectiva -que requiere una profunda conversión del corazón- la violencia podrá ser golpeada de raíz. El perdón deberá extirpar la venganza. David quiere que su desesperado lamento por la muerte tanto de Saúl como de Jonatán permanezca impreso en la memoria de los "hijos de Judá". Tres veces exclama: "¡Cómo han caído los héroes!". El grito de David nos llama a todos a reflexionar sobre la verdadera causa del mal que se ha abatido sobre todo el pueblo. La respuesta es implícita: el Señor se ha alejado de Israel abandonándolo en manos de sus enemigos. En realidad, fue Saúl quien se alejó del Señor confiando en las palabras de una nigromante de Endor. Y su culpa ha envuelto a todo el pueblo de Israel. El pecado siempre tiene consecuencias para la comunidad: estamos siempre unidos unos a otros, tanto en el bien como en el mal. De todos modos, David rinde honores a Saúl como a un rey de Israel en el que reconoce la unción divina. Su pecado no elimina el amor de Dios. Y el lamento por Jonatán está marcado por un amor completamente extraordinario. David exalta al amigo pero también al hombre fiel que ha compartido hasta el final la misma triste suerte de su padre. En esta encrucijada de dolor se preanuncia el lazo fraterno que nace no de la carne ni de la sangre sino de la adhesión al Evangelio, esa amistad que lleva a dar la vida por los amigos.

La pregària és el cor de la vida de la Comunitat de Sant’Egidio, la seva primera "obra". Al final del dia, totes les Comunitats, tant si són grans com si són petites, es reuneixen al voltant del Senyor per escoltar la seva Paraula i dirigir-s'hi en la seva invocació. Els deixebles només poden estar als peus de Jesús, com Maria de Betània, per triar la "millor part" (Lc 10,42) i aprendre'n els seus mateixos sentiments (cfr. Flp 2,5).

Sempre que la Comunitat torna al Senyor, fa seva la súplica del deixeble anònim: "Senyor, ensenya'ns a pregar" (Lc 11,1). I Jesús, mestre de pregària, respon: "Quan pregueu, digueu: Abbà, Pare".

Quan preguem, encara que ho fem dins del cor, mai no estem aïllats ni som orfes, perquè en tot moment som membres de la família del Senyor. En la pregària comuna es veu clarament, a més del misteri de la filiació, el de la fraternitat.

Les Comunitats de Sant'Egidio que hi ha al món es reuneixen als diferents llocs que destinen a la pregària i presenten al Senyor les esperances i els dolors dels homes i les dones "malmenats i abatuts" de què parla l'Evangeli (Mt 9,36). En aquella gent d'aleshores s'inclouen els habitants de les ciutats contemporànies, els pobres que són marginats de la vida, tots aquells que esperen que algú els contracti (cfr. Mt 20).

La pregària comuna recull el crit, l'aspiració, el desig de pau, de guarició, de sentit de la vida i de salvació que hi ha en els homes i les dones d'aquest món. La pregària mai no és buida. Puja incessantment al Senyor perquè el plor es transformi en joia, la desesperació en felicitat, l'angoixa en esperança i la solitud en comunió. I perquè el Regne de Déu arribi aviat als homes.