LA PREGÀRIA CADA DIA

Oración con María, madre del Señor
Paraula de déu cada dia
Libretto DEL GIORNO
Oración con María, madre del Señor
Martes 9 de agosto


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Espíritu del Señor está sobre ti,
el que nacerá de ti será santo.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Ezequiel 2,8-3,4

Y tú, hijo de hombre, escucha lo que voy a decirte, no seas rebelde como esa casa de rebeldía. Abre la boca y come lo que te voy a dar. Yo miré: vi una mano que estaba tendida hacia mí, y tenía dentro un libro enrollado. Lo desenrolló ante mi vista: estaba escrito por el anverso y por el reverso; había escrito: "Lamentaciones, gemidos y ayes." Y me dijo: "Hijo de hombre, come lo que se te ofrece; come este rollo y ve luego a hablar a la casa de Israel." Yo abrí mi boca y él me hizo comer el rollo, y me dijo: "Hijo de hombre, aliméntate y sáciate de este rollo que yo te doy." Lo comí y fue en mi boca dulce como la miel. Entonces me dijo: "Hijo de hombre, ve a la casa de Israel y háblales con mis palabras.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

He aquí Señor, a tus siervos:
hágase en nosotros según tu Palabra.

Aleluya, aleluya, aleluya.

El profeta recibe de Dios la misión a través de una especie de liturgia sacramental. En primer lugar le pide a Ezequiel que escuche y obedezca: "Hijo de hombre, escucha lo que voy a decirte; no seas rebelde". Todavía no sabe cuál es la tarea que le confía el Señor, pero la condición previa es escuchar la Palabra de Dios. Cuando estamos ante el Señor, ante todo tenemos que escuchar, porque solo quien escucha puede vivir la Palabra. Eso es la fe, que "viene de la predicación", como dirá el apóstol Pablo (Rm 10,17). Así pues, todos pueden ser creyentes si empiezan a confiar en esta Palabra que está, en primer lugar, en la Biblia. Como si quisiera mostrar el sentido y la verdad de lo que acaba de decir, el Señor lo invita a comer un "libro enrollado", símbolo de la Palabra que el profeta debe escuchar y también leer. En aquella época, efectivamente, se escribía en "libros enrollados" de pergamino. Estos contenían lo que el Señor quería comunicar y que debía entrar en lo más profundo del corazón y de la carne misma del profeta, porque la Palabra de Dios es su alimento y el nuestro, lo que alimenta nuestra vida y puede alimentar también la vida de los demás. Por eso el profeta es aquel que, ante todo, debe comunicar esta Palabra para que pueda saciar el hambre de todos los que tendrán la gracia y la alegría de escucharla y de alimentarse de aquel libro enrollado. Debe alimentarse de las Santas Escrituras hasta convertirse él mismo en palabra viva, es decir, debe comunicarla con sus palabras, con su vida, con sus gestos.

La pregària és el cor de la vida de la Comunitat de Sant’Egidio, la seva primera "obra". Al final del dia, totes les Comunitats, tant si són grans com si són petites, es reuneixen al voltant del Senyor per escoltar la seva Paraula i dirigir-s'hi en la seva invocació. Els deixebles només poden estar als peus de Jesús, com Maria de Betània, per triar la "millor part" (Lc 10,42) i aprendre'n els seus mateixos sentiments (cfr. Flp 2,5).

Sempre que la Comunitat torna al Senyor, fa seva la súplica del deixeble anònim: "Senyor, ensenya'ns a pregar" (Lc 11,1). I Jesús, mestre de pregària, respon: "Quan pregueu, digueu: Abbà, Pare".

Quan preguem, encara que ho fem dins del cor, mai no estem aïllats ni som orfes, perquè en tot moment som membres de la família del Senyor. En la pregària comuna es veu clarament, a més del misteri de la filiació, el de la fraternitat.

Les Comunitats de Sant'Egidio que hi ha al món es reuneixen als diferents llocs que destinen a la pregària i presenten al Senyor les esperances i els dolors dels homes i les dones "malmenats i abatuts" de què parla l'Evangeli (Mt 9,36). En aquella gent d'aleshores s'inclouen els habitants de les ciutats contemporànies, els pobres que són marginats de la vida, tots aquells que esperen que algú els contracti (cfr. Mt 20).

La pregària comuna recull el crit, l'aspiració, el desig de pau, de guarició, de sentit de la vida i de salvació que hi ha en els homes i les dones d'aquest món. La pregària mai no és buida. Puja incessantment al Senyor perquè el plor es transformi en joia, la desesperació en felicitat, l'angoixa en esperança i la solitud en comunió. I perquè el Regne de Déu arribi aviat als homes.