ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de los pobres
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Memoria de los pobres


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Este es el Evangelio de los pobres,
la liberaci?n de los prisioneros,
la vista de los ciegos,
la libertad de los oprimidos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Juan 10,1-10

?En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado, ?se es un ladr?n y un salteador; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A ?ste le abre el portero, y las ovejas escuchan su voz; y a sus ovejas las llama una por una y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Pero no seguir?n a un extra?o, sino que huir?n de ?l, porque no conocen la voz de los extra?os.? Jes?s les dijo esta par?bola, pero ellos no comprendieron lo que les hablaba. Entonces Jes?s les dijo de nuevo: ?En verdad, en verdad os digo:
yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido delante de m?
son ladrones y salteadores;
pero las ovejas no les escucharon. Yo soy la puerta;
si uno entra por m?, estar? a salvo;
entrar? y saldr?
y encontrar? pasto. El ladr?n no viene
m?s que a robar, matar y destruir.
Yo he venido
para que tengan vida
y la tengan en abundancia.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Hijo del hombre,
ha venido a servir,
quien quiera ser grande
se haga siervo de todos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

En esta p?gina evang?lica Jes?s se propone como el "buen pastor" que recoge a las ovejas dispersas y las gu?a por el camino de Dios. Si bien la imagen es antigua, es sin embargo m?s actual que nunca la dispersi?n de los hombres y las mujeres en el mundo en el que vivimos. El individualismo que anida en el coraz?n de cada hombre hoy parece ser m?s fuerte que ayer: la sociedad se ha vuelto m?s competitiva, m?s agresiva y m?s cruel. El impulso hacia la disgregaci?n parece m?s fuerte que el que lleva hacia la solidaridad: individuos y pueblos consideran sus propios intereses por encima de todo y de todos. Crecen cada vez m?s las distancias y los conflictos; el sue?o de la igualad se considera incluso peligroso. Adem?s se exalta como un valor el hecho de no tener que depender de nadie y de no dejarse influenciar o condicionar nunca por nadie. En este clima crecen y se multiplican los "ladrones" y los "salteadores", es decir, los que roban la vida de los dem?s para obtener una ganancia personal. Incluso la vida humana se convierte en una mercanc?a para vender y robar. La dictadura del mercado no perdona a nadie, y los m?s d?biles son los m?s castigados y de los que m?s se abusa. Se necesita un "buen pastor" que conozca a las ovejas y las salve, que las conduzca una a una a los pastos y vele por que todas puedan alimentarse lo suficiente. En cambio son demasiados los "ladrones" y los "salteadores" que contin?an robando la vida. Por desgracia todos corremos el riesgo de convertirnos en sus c?mplices. De hecho cada vez que nos encerramos en nuestro egocentrismo no s?lo somos tambi?n nosotros su presa, sino que nos hacemos c?mplices de sus robos. San Ambrosio se?alaba con raz?n: "?Cu?ntos se?ores acaban por tener aquellos que rechazan al ?nico Se?or!". Jes?s, buen pastor, nos re?ne de la dispersi?n para guiarnos hacia un destino com?n, y si es necesario va a buscar personalmente a quien se ha perdido para llevarlo nuevamente al redil. Para hacer esto no tiene miedo de deber pasar, si es necesario, a trav?s de la muerte, seguro de que el Padre restituye la vida a quien la gasta con generosidad por los dem?s. Es el milagro de la Pascua. Jes?s resucitado es la puerta que se ha abierto para que pudi?ramos entrar en la vida que no acaba. No s?lo no nos roba la vida; por el contrario, nos la da en abundancia, multiplicada para la eternidad.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.