ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de los pobres
Palabra de dios todos los dias

Memoria de los pobres

Festividad de la Visitaci?n de Mar?a a Isabel.
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Libretto DEL GIORNO
Memoria de los pobres

Festividad de la Visitaci?n de Mar?a a Isabel.


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Este es el Evangelio de los pobres,
la liberaci?n de los prisioneros,
la vista de los ciegos,
la libertad de los oprimidos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Hechos de los Ap?stoles 2,22-36

?Israelitas, escuchad estas palabras: A Jes?s, el Nazoreo, hombre acreditado por Dios entre vosotros con milagros, prodigios y se?ales que Dios hizo por su medio entre vosotros, como vosotros mismos sab?is, a ?ste, que fue entregado seg?n el determinado designio y previo conocimiento de Dios, vosotros le matasteis clav?ndole en la cruz por mano de los imp?os; a ?ste, pues, Dios le resucit? libr?ndole de los dolores del Hades, pues no era posible que quedase bajo su dominio; porque dice de ?l David: Ve?a constantemente al Se?or delante de m?,
puesto que est? a mi derecha, para que no vacile. Por eso se ha alegrado mi coraz?n
y se ha alborozado mi lengua,
y hasta mi carne reposar? en la esperanza de que no abandonar?s mi alma en el Hades
ni permitir?s que tu santo experimente la corrupci?n.
Me has hecho conocer caminos de vida,
me llenar?s de gozo con tu rostro. ?Hermanos, permitidme que os diga con toda libertad c?mo el patriarca David muri? y fue sepultado y su tumba permanece entre nosotros hasta el presente. Pero como ?l era profeta y sab?a que Dios le hab?a asegurado con juramento que se sentar?a en su trono un descendiente de su sangre, vio a lo lejos y habl? de la resurrecci?n de Cristo, que ni fue abandonado en el Hades ni su carne experiment? la corrupci?n. A este Jes?s Dios le resucit?; de lo cual todos nosotros somos testigos. Y exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Esp?ritu Santo prometido y ha derramado lo que vosotros veis y o?s. Pues David no subi? a los cielos y sin embargo dice: Dijo el Se?or a mi Se?or:
Si?ntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos
por escabel de tus pies. ?Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Se?or y Cristo a este Jes?s a quien vosotros hab?is crucificado.?

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Hijo del hombre,
ha venido a servir,
quien quiera ser grande
se haga siervo de todos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Pedro, en su discurso a los pueblos de la tierra, anuncia que Jes?s ha vencido al mal y a la muerte y ha instaurado un nuevo mundo, justo y habitable para todos. El joven profeta de Nazaret, despu?s de haber realizado milagros y curaciones, se ha entregado voluntaria y libremente a la violencia del mal. Ha sido condenado a muerte y lo han colgado en la cruz. Pero el Padre lo ha resucitado, "libr?ndole de los dolores del Hades". Su obediencia a Dios, el abandono a la voluntad del Padre y el amor sin l?mites por los hombres, le han hecho merecer la resurrecci?n. El ap?stol Pedro cita el salmo 16, en el que David canta la ilimitada confianza en Dios del creyente, incluso ante las amenazas de muerte: "Ve?a constantemente al Se?or delante de m?... no abandonar?s mi alma en el Hades ni permitir?s que tu santo experimente la corrupci?n" (v. 27). El pasaje b?blico lo aplica Pedro a Jes?s, y afirma con claridad a la multitud reunida: "A este Jes?s, Dios le resucit?; de lo cual todos nosotros somos testigos". Esta afirmaci?n ha atravesado los siglos y ha llegado hasta nosotros, y que se nos ha confiado para que por nuestra parte la comuniquemos a la siguiente generaci?n. La predicaci?n del Evangelio de la Pascua contin?a en la historia a trav?s de las palabras de los disc?pulos de todo tiempo, para que todos puedan acoger en su coraz?n a Jes?s resucitado como Se?or de la vida. Es la buena noticia que el mundo espera todav?a hoy. S?, los hombres que en este mundo globalizado se sienten impulsados a replegarse sobre s? mismos y sus propios intereses individuales, necesitan escuchar que hay alguien que puede liberarles y ayudarles, a ellos y al mundo, a resucitar a una vida nueva. El Jes?s que anuncia Pedro no es de hecho una abstracci?n, es el Jes?s del Evangelio, que ha amado a todos hasta cargar con el pecado del mundo, y que entreg?ndose a la muerte por amor la ha vencido para siempre. Si hasta entonces la muerte pon?a el punto final en la vida, desde aquel d?a suced?a lo contrario: la vida vence a la muerte, el amor vence al mal. Es cuanto hab?an preanunciado los profetas; con Jes?s se cumple esta profec?a, y Pedro, a trav?s del testimonio de los disc?pulos de todo tiempo, sigue diciendo: "Sepa, pues, con certeza todo Israel que Dios ha constituido Se?or y Cristo a ese Jes?s a quien vosotros hab?is crucificado".

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.