ORACIÓN CADA DÍA

Liturgia del domingo
Palabra de dios todos los dias

Liturgia del domingo

XVI del tiempo ordinario
Memoria de san Sergio de Radonez, fundador de la laura de la Sant?sima Trinidad, en Mosc?. Recuerdo del pastor evang?lico Paul Schneider, asesinado en el campo de concentraci?n nazi de Buchenwald el 18 de julio de 1939.
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Libretto DEL GIORNO
Liturgia del domingo

Primera Lectura

G?nesis 18,1-10

Apareci?sele Yahveh en la encina de Mambr? estando ?l sentado a la puerta de su tienda en lo m?s caluroso del d?a. Levant? los ojos y he aqu? que hab?a tres individuos parados a sur vera. Como los vio acudi? desde la puerta de la tienda a recibirlos, y se postr? en tierra, y dijo: "Se?or m?o, si te he ca?do en gracia, ea, no pases de largo cerca de tu servidor. Ea, que traigan un poco de agua y lavaos los pies y recostaos bajo este ?rbol, que yo ir? a traer un bocado de pan, y repondr?is fuerzas. Luego pasar?is adelante, que para eso hab?is acertado a pasar a la vera de este servidor vuestro." Dijeron ellos: "Hazlo como has dicho." Abraham se dirigi? presuroso a la tienda, a donde Sara, y le dijo: "Apresta tres arrobas de harina de s?mola, amasa y haz unas tortas." Abraham, por su parte, acudi? a la vacada y apart? un becerro tierno y hermoso, y se lo entreg? al mozo, el cual se apresur? a aderezarlo. Luego tom? cuajada y leche, junto con el becerro que hab?a aderezado, y se lo present?, manteni?ndose en pie delante de ellos bajo el ?rbol. As? que hubieron comido dij?ronle: "?D?nde est? tu mujer Sara?" - "Ah?, en la tienda", contest?. Dijo entonces aqu?l: "Volver? sin falta a ti pasado el tiempo de un embarazo, y para entonces tu mujer Sara tendr? un hijo." Sara lo estaba oyendo a la entrada de la tienda, a sus espaldas.

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.