ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de los pobres
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Memoria de los pobres


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Este es el Evangelio de los pobres,
la liberaci?n de los prisioneros,
la vista de los ciegos,
la libertad de los oprimidos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Ester 9,1-32

Las ?rdenes del rey fueron ejecutadas en el mes doce, que es el mes de Adar, el d?a trece del mes, el mismo d?a en que los enemigos de los jud?os esperaban aplastarlos; pero la situaci?n cambi? y fueron los jud?os los que aplastaron a sus enemigos. En todas las provincias del rey Asuero se reunieron los jud?os en sus ciudades para poner la mano sobre cuantos hab?an intentado hacerles mal, sin que nadie les opusiera resistencia, porque el temor se hab?a apoderado de todos los pueblos. Todos los jefes de las provincias, los s?trapas, los inspectores y los funcionarios del rey apoyaron a los jud?os, porque todos tem?an a Mardoqueo, ya que Mardoqueo era influyente en el palacio real y su fama se hab?a extendido por todas las provincias; pues, en efecto, de d?a en d?a se acrecentaba su poder. Los jud?os pasaron a filo de espada a todos sus enemigos; fue un deg?ello, un exterminio: hicieron lo que quisieron con sus adversarios. En la ciudadela de Susa los jud?os mataron y exterminaron a quinientos hombres y adem?s a Parsandata, Dalf?n, Aspata, Porata, Adal?as, Andata, Parmasta, Arisay, Ariday y Yezata, los diez hijos de Am?n, hijo de Hamdat?, enemigo de los jud?os. Los mataron, pero no saquearon sus bienes. Aquel mismo d?a llevaron al rey la cifra de los que hab?an sido muertos en las ciudadela de Susa. Dijo el rey a la reina Ester: "En la ciudadela de Susa han matado y exterminado los jud?os a quinientos hombres y a los diez hijos de Am?n. ?Qu? habr?n hecho en las restantes provincias del rey? ?Qu? deseas pedir ahora? Pues te ser? concedido. Se seguir? haciendo lo que t? desees." Respondi? Ester: "Si al rey le parece bien, que se conceda a los jud?os de Susa que puedan actuar ma?ana seg?n el edicto de hoy; cuanto a los diez hijos de Am?n, que sean colgados de la horca." Orden? el rey que se hiciera as?; se promulg? la ley en Susa y los diez hijos de Am?n fueron colgados. Los jud?os de Susa se reunieron tambi?n el d?a catorce del mes de Adar y mataron en Susa a trescientos hombres, pero no saquearon sus bienes. Los jud?os de las restantes provincias del rey se reunieron para defender, contra sus enemigos, sus vidas y su seguridad; mataron de entre sus adversarios a 75.000, pero no saquearon sus bienes. Ocurri? esto el d?a trece del mes de Adar y el d?a catorce descansaron, convirti?ndolo en un d?a de alegres festines. Cuanto a los jud?os de Susa, que se hab?an reunido los d?as trece y catorce, descansaron el d?a quince, convirti?ndolo en un d?a de alegres festines. Por eso, los jud?os diseminados en las ciudades no fortificadas celebran el d?a catorce del mes de Adar con alegres festines, como d?a de fiesta, y se env?an rec?procos regalos, Mardoqueo consign? por escrito todas estas cosas y envi? cartas a los jud?os de todas las provincias del rey Asuero tanto lejanos como pr?ximos, orden?ndoles que celebraran todos los a?os el d?a catorce y el d?a quince del mes de Adar, porque en tales d?as obtuvieron los jud?os paz contra sus enemigos, y en este mes la aflicci?n se troc? en alegr?a y el llanto en festividad; que los convirtieran en d?as de alegres festines y mutuos regalos, y de donaciones a los pobres. Los jud?os adoptaron esta costumbre, que ya hab?an comenzado a observar y acerca de la cual les escribi? Mardoqueo: Am?n, hijo de Hamdat?, de Agag, enemigo de todos los jud?os, hab?a proyectado exterminar a los jud?os y ech? el Pur", es decir, la suerte, para su ruina y exterminio. Pero cuando se present? al rey, para hacer ahorcar a Mardoqueo, su proyecto se volvi? contra ?l, y los males que hab?a meditado contra los jud?os cayeron sobre su cabeza, siendo ahorcados ?l y sus hijos. Por esta raz?n, estos d?as son llamados "Purim", de la palabra "Pur"." Asimismo, por todo la relatado en esta carta por lo que ellos mismos vieron y por lo que se les cont?, hicieron los jud?os de estos d?as una instituci?n irrevocable para s?, para sus descendientes y para todos los que se pasaron a ellos, conforme a este escrito y esta fecha, de a?o en a?o. As?, estos d?as de los Purim, conmemorados y celebrados de generaci?n en generaci?n, en todas las familias, en todas las provincias y en todas las ciudades, no desaparecer?n de entre los jud?os, y su recuerdo no se perder? entre sus descendientes. La reina Ester, hija de Abijayil, y el jud?o Mardoqueo, escribieron, con toda su autoridad, para dar fuerza de ley a esta segunda carta de los Purim, y se enviaron cartas a todos los jud?os de las 127 provincias del rey Asuero, con palabras de paz y fidelidad, para ratificar en su fecha estos d?as de los Purim, tal como hab?a sido ordenado por el jud?o Mardoqueo y la reina Ester, y tal como lo hab?an establecido para s? mismos y para sus descendientes, a?adiendo lo tocante a los ayunos y lamentaciones. La orden de Ester fij? la instituci?n de estos Purim, siendo consignada en el libro.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Hijo del hombre,
ha venido a servir,
quien quiera ser grande
se haga siervo de todos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Mardoqueo determina que en recuerdo de esta historia se celebre cada a?o la fiesta de los Purim, del t?rmino Pur, que significa suerte. Escribe el autor: "Mardoqueo consign? por escrito todas estas cosas y envi? cartas a los jud?os? orden?ndoles que celebraran todos los a?os el d?a catorce y el d?a quince del mes de Adar, porque en tales d?as obtuvieron los jud?os paz contra sus enemigos, y en este mes la aflicci?n se troc? en alegr?a y el llanto en festividad" (9, 20.22). Eran d?as para recordar la paz recobrada tras la victoria sangrienta sobre los enemigos. Efectivamente, la suerte del pueblo se hab?a invertido totalmente: de la destrucci?n que el decreto real sugerido por Am?n hab?a decidido se hab?a pasado no s?lo a la eliminaci?n del decreto sino incluso a la decisi?n del rey de favorecer la vida del pueblo de Israel. El verdadero sentido de esta fiesta no es de naturaleza "pol?tica" sino religiosa porque la inversi?n de la situaci?n servil de Israel fue obra de Dios, tal como ya hab?a sucedido mientras era esclavo en Egipto y en las ?pocas posteriores. El Se?or no ha abandonado a su pueblo y contin?a salv?ndolo. Fueron salvados una vez m?s gracias a la fuerza del Se?or y por eso pueden festejar y banquetear, con intercambios de regalos e incluso con donaciones a los pobres. La fiesta de los Purim entra a formar parte de la fe de Israel: ninguna tiran?a humana puede durar para siempre ni puede destruir el pueblo que Dios ha hecho suyo. El sentido del fest?n indica que llegar? "un d?a de alegres festines" (9, 17) para quien conf?a en el Se?or. Es la fe del creyente que conf?a siempre en el Se?or. Esta fe se ha manifestado plenamente con la llegada de Jes?s, el Salvador que con su muerte y resurrecci?n ya ha derrotado definitivamente a la muerte. Y la Eucarist?a sigue siendo el banquete que desde ahora nos permite degustar la victoria definitiva sobre el mal y sobre la muerte.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.