ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de la Madre del Se?or
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Memoria de la Madre del Se?or


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Esp?ritu del Se?or est? sobre ti,
el que nacer? de ti ser? santo.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Mateo 11,20-24

Entonces se puso a maldecir a las ciudades en las que se hab?an realizado la mayor?a de sus milagros, porque no se hab?an convertido: ??Ay de ti, Coraz?n! ?Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sid?n se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que en sayal y ceniza se habr?an convertido. Por eso os digo que el d?a del Juicio habr? menos rigor para Tiro y Sid?n que para vosotras. Y t?, Cafarna?m, ?hasta el cielo te vas a encumbrar? ?Hasta el Hades te hundir?s! Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que se han hecho en ti, a?n subsistir?a el d?a de hoy. Por eso os digo que el d?a del Juicio habr? menos rigor para la tierra de Sodoma que para ti.?

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

He aqu? Se?or, a tus siervos:
h?gase en nosotros seg?n tu Palabra.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Jes?s acaba de reprender a su generaci?n porque hab?a rechazado la predicaci?n del Bautista y estaba haciendo lo mismo con la suya. Se manifestaba de aquel modo la sordera a acoger el plan de salvaci?n tal como lo presentaba el Bautista. Y ahora rechazaban tambi?n el mensaje que Jes?s hab?a venido a traer. Llegados a este punto, Jes?s se dirige a dos ciudades de Galilea cerca de Cafarna?n y las increpa duramente: "?Ay de ti, Coraz?n! ?Ay de ti, Betsaida!". Las acusa por haber rechazado la predicaci?n de Jes?s a pesar del considerable n?mero de milagros que ?l hab?a hecho entre sus habitantes. No se trata simplemente de una acusaci?n contra una vida desviada, como por ejemplo sucedi? en el caso de Sodoma y Gomorra, sino de la obstinaci?n de los habitantes de ambas ciudades por no acoger el Evangelio en su coraz?n y convertirse. Jes?s recuerda dos antiguas ciudades paganas, Tiro y Sid?n, que habr?an hecho sin duda penitencia y ayuno si hubieran asistido a los milagros que vieron Coraz?n y Betsaida. Es un grito de desaliento por parte de Jes?s, que ve c?mo se echan a perder muchas predicaciones y muchos actos de amor hacia todos. Existe un misterio tambi?n de la falta de acogida. Pero dicho misterio hay que situarlo en un contexto de dureza del coraz?n para escuchar y acoger todo lo que viene de fuera de uno mismo. La autosuficiencia y el orgullo llevan inexorablemente a cerrar el coraz?n y la mente. De ah? el sever?simo juicio de Jes?s sobre las dos ciudades. Adem?s, Jes?s increpa tambi?n a Cafarna?n, lugar donde hab?a puesto su residencia junto a los disc?pulos. Tambi?n se muestra dur?simo con Cafarna?n: "hasta el infierno te hundir?s". Jes?s parece referirse no solo a los habitantes, sino tambi?n a la misma ciudad, pues hay un v?nculo entre los habitantes y la ciudad en la que viven. Podr?amos decir que la vida social es el resultado de la calidad de vida de sus habitantes. Si existe desinter?s por la vida social y cada uno piensa solo en sus cosas, la ciudad se autodestruye. El infierno empieza as?, a partir del egocentrismo de los corazones. Los cristianos tienen una responsabilidad para con la ciudad en la que viven. Tienen que ser el alma para ayudar a los hombres y las mujeres que viven en ella a vivir en paz y en armon?a.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.