ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de la Madre del Se?or
Palabra de dios todos los dias

Memoria de la Madre del Se?or

Recuerdo de los Santos Cirilo y Metodio, padres de la Iglesia Eslava y patrones de Europa. Leer más

Libretto DEL GIORNO
Memoria de la Madre del Se?or
Martes 14 de febrero

Recuerdo de los Santos Cirilo y Metodio, padres de la Iglesia Eslava y patrones de Europa.


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Esp?ritu del Se?or est? sobre ti,
el que nacer? de ti ser? santo.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Proverbios 20,1-30

Arrogante es el vino, tumultuosa la bebida;
quien en ellas se pierde, no llegar? a sabio. Como rugido de le?n la indignaci?n del rey,
el que la excita, se da?a a s? mismo. Es gloria para el hombre apartarse de litigios,
pero todo necio se sale de s?. A partir del oto?o, el perezoso no trabaja,
en la cosecha busca, pero no hay nada. El consejo en el coraz?n del hombre es agua profunda,
el hombre inteligente sabr? sacarla. Muchos hombres se dicen piadosos;
pero un hombre fiel, ?qui?n lo encontrar?? El justo camina en la integridad;
?dichosos sus hijos despu?s de ?l! Un rey sentado en el tribunal
disipa con sus ojos todo mal. ?Qui?n puede decir: "Purifiqu? mi coraz?n,
estoy limpio de mi pecado?" Dos pesos y dos medidas,
ambas cosas aborrece Yahveh. Incluso en sus acciones da el muchacho a conocer
si sus obras ser?n puras y rectas. El o?do que oye y el ojo que ve;
ambas cosas las hizo Yahveh. No ames el sue?o, para no hacerte pobre;
ten abiertos los ojos y te hartar?s de pan. ?Malo, malo! dice el comprador,
pero al marchar se felicita. Hay oro y numerosas perlas,
pero los labios instruidos son la cosa m?s preciosa. T?male su vestido, pues sali? fiador de otro;
t?male prenda por los extra?os. El pan de fraude le es dulce al hombre,
pero luego la boca se llena de grava. Los proyectos con el consejo se afianzan:
haz con t?ctica la guerra. El que anda murmurando descubre secretos;
no andes con quien tiene la lengua suelta. Al que maldice a su padre y a su madre,
se le extinguir? su l?mpara en medio de tinieblas. Herencia adquirida al principio con presteza,
no ser? a la postre bendecida. No digas: "Voy a devolver el mal";
conf?a en Yahveh, que te salvar?. Tener dos pesas lo abomina Yahveh;
tener balanzas falsas no est? bien. De Yahveh dependen los pasos del hombre:
?c?mo puede el hombre comprender su camino? Lazo es para el hombre pronunciar a la ligera: "?Sagrado!"
y despu?s de haber hecho el voto reflexionar. Un rey sabio aventa a los malos
y hace pasar su rueda sobre ellos. L?mpara de Yahveh es el h?lito del hombre
que explora hasta el fondo de su ser. Bondad y lealtad custodian al rey,
fundamenta su trono en la bondad. El vigor es la belleza de los j?venes,
las canas el ornato de los viejos. Las cicatrices de las heridas son remedio contra el mal,
los golpes curan hasta el fondo de las entra?as.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

He aqu? Se?or, a tus siervos:
h?gase en nosotros seg?n tu Palabra.

Aleluya, aleluya, aleluya.

En este cap?tulo se re?nen una serie de proverbios que abrazan diferentes aspectos de la vida, desde el uso del vino a la ira, desde la pereza hasta las tareas del rey, desde el uso de los bienes hasta la falsedad en el comercio. Cada vers?culo contiene en general un sentido en s? mismo y es dif?cil adentrarse en los diferentes significados. La riqueza de este libro, que ofrece una serie de ense?anzas concretas, conduce a la adquisici?n de una verdadera sabidur?a. Al rey se hace referencia varias veces (vv. 2, 8, 25 y 28). Entonces el poder del rey era absoluto. Una de sus tareas principales era la administraci?n de la justicia como tribunal supremo, como dice el vers?culo 8: "Rey sentado en el tribunal con su mirada disipa todo mal". El buen gobierno deb?a fundarse sobre la fidelidad al Se?or y a las exigencias de la ley divina. En los libros de Samuel y de los Reyes los diferentes reyes de Israel y de Jud? ser?n juzgados en base a esta fidelidad. Es m?s, la destrucci?n de Jerusal?n y el final antes del reino del norte con capital en Samaria y despu?s del del sur ser?n atribuidos tambi?n a la infidelidad de los reyes. Por esto es presentado como un defensor del bien: "El rey sabio avienta a los malos". El bien de su pueblo debe ser la gu?a de todo sabio gobierno. El texto hace todav?a referencia a las disputas y a los conflictos, cuyo continuo suceder muestra necedad, mientras que el sabio es un hombre que busca el bien y lo promueve a su alrededor, evitando devolver mal por mal: "No digas: ?Vengar? mi da?o?; conf?a en el Se?or y te salvar?". Si te sientes rodeado por el mal, no pienses en actuar de la misma forma, conf?a en el Se?or que te salvar?. En efecto, la conciencia del mal no debe llevar al des?nimo y a la resignaci?n, sino que debe suscitar una fe m?s genuina que sabe rezar y pedir la intervenci?n de Dios; tambi?n porque: "?Qui?n puede decir: ?Soy puro, estoy limpio de pecado??" (v. 9). Muchas veces nos creemos limpios y nos permitimos ser duros con los dem?s juzg?ndoles y despreci?ndoles, sinti?ndonos quiz? mejores. Ninguno tiene la conciencia limpia al menos delante del Se?or, ante quien es bueno que cada uno reconozca sus pecados y pida perd?n por ellos de la forma apropiada. Al final quisiera llamar la atenci?n sobre la insistencia con la que todav?a se habla de la falsedad y de los dobles comportamientos. "Pesos y medidas dobles son dos cosas que aborrece el Se?or" (v. 10). "El Se?or aborrece el doble peso, no es justa la balanza trucada" (v. 23). Estos dos vers?culos tocan sobre todo el problema del comercio y de la falsificaci?n de las medidas de peso, pero indudablemente es una referencia tambi?n a los comportamientos humanos. Se invita a la lealtad y a la sinceridad en las relaciones y a un justo trato de todos.

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.