ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de la Madre del Se?or
Palabra de dios todos los dias

Memoria de la Madre del Se?or

Las Iglesias de Oriente y Occidente celebran hoy la anunciaci?n del Se?or a Mar?a Leer más

Libretto DEL GIORNO
Memoria de la Madre del Se?or
Lunes 26 de marzo

Las Iglesias de Oriente y Occidente celebran hoy la anunciaci?n del Se?or a Mar?a


Lectura de la Palabra de Dios

Gloria a ti, oh Se?or, sea gloria a ti

El Esp?ritu del Se?or est? sobre ti,
el que nacer? de ti ser? santo.

Gloria a ti, oh Se?or, sea gloria a ti

Lucas 1,26-38

Al sexto mes fue enviado por Dios el ?ngel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado Jos?, de la casa de David; el nombre de la virgen era Mar?a. Y entrando, le dijo: ?Al?grate, llena de gracia, el Se?or est? contigo.? Ella se conturb? por estas palabras, y discurr?a qu? significar?a aquel saludo. El ?ngel le dijo: ?No temas, Mar?a, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondr?s por nombre Jes?s. El ser? grande y ser? llamado Hijo del Alt?simo, y el Se?or Dios le dar? el trono de David, su padre; reinar? sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendr? fin.? Mar?a respondi? al ?ngel: ??C?mo ser? esto, puesto que no conozco var?n?? El ?ngel le respondi?: ?El Esp?ritu Santo vendr? sobre ti y el poder del Alt?simo te cubrir? con su sombra; por eso el que ha de nacer ser? santo y ser? llamado Hijo de Dios. Mira, tambi?n Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban est?ril, porque ninguna cosa es imposible para Dios.? Dijo Mar?a: ?He aqu? la esclava del Se?or; h?gase en m? seg?n tu palabra.? Y el ?ngel dej?ndola se fue.

 

Gloria a ti, oh Se?or, sea gloria a ti

He aqu? Se?or, a tus siervos:
h?gase en nosotros seg?n tu Palabra.

Gloria a ti, oh Se?or, sea gloria a ti

La liturgia de la Iglesia nos invita hoy -a nueve meses de la Navidad- a recordar el d?a en que el ?ngel fue enviado a Nazaret (en realidad ser?a el 25, pero la celebraci?n del domingo hace trasladar la fiesta a hoy). Lucas nos lleva a Nazaret, a la modesta casa de una adolescente de nombre Mar?a. Probablemente se encuentra sola haciendo oraci?n. El ?ngel entra y la saluda. Es una muchacha como las dem?s, vive la vida ordinaria de la aldea. Y sin embargo sobre ella se ha posado la mirada de Dios: desde su concepci?n fue elegida para ser la madre del Salvador. Desde su concepci?n Dios la hab?a preservado, la hab?a cuidado, por as? decir la hab?a embellecido, purificado de toda mancha, para que pudiese acoger al Se?or Jes?s. Por ello el ?ngel puede decirle: "Al?grate, llena de gracia". S?, Mar?a est? llena del amor de Dios, y en esto es la primera de todos nosotros; es la que con mayor profundidad sabe escuchar la Palabra del Se?or. De hecho al o?r las palabras del ?ngel se turba. Pero el ?ngel la conforta: "No temas, Mar?a, porque has hallado gracia delante de Dios, vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo a quien pondr?s por nombre Jes?s". Es una noticia que la turba a?n m?s profundamente porque todav?a no se ha ido a vivir con Jos?, y lo dice: "?C?mo ser? esto, puesto que no conozco var?n?" Pero el ?ngel insiste: "El Esp?ritu Santo vendr? sobre ti y el poder del Alt?simo te cubrir? con su sombra". Podemos imaginar el tumulto de pensamientos que se desencadenan en el coraz?n de esta joven. Podr?a decir que no, y permanecer en su tranquilidad, continuando con su vida de siempre. Habr?a podido hacerlo, ciertamente, pero de ese modo se habr?a apartado de los horizontes de Dios. Si por el contrario dec?a que s?, en el mejor de los casos aparecer?a como una madre soltera. Mar?a, sin embargo, teniendo en cuenta no sus fuerzas sino ?nicamente la palabra del ?ngel, responde: "He aqu? la esclava del Se?or; h?gase en m? seg?n tu palabra". Ella, la primera en ser amada de un modo tan grande por Dios, es la primera en responder a las palabras del ?ngel con total aceptaci?n. Mar?a, la primera de los creyentes, nos ofrece el ejemplo de c?mo escuchar la Palabra de Dios. Su obediencia es el origen de la salvaci?n; ese d?a, en aquel s?, se invert?a la desobediencia de los primeros padres y comenzaba el tiempo de la redenci?n. Junto a Mar?a aprendamos a acoger el Evangelio en nuestro coraz?n; participaremos as? en el misterio de la salvaci?n.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.