ORACIÓN CADA DÍA

Oraci?n del Esp?ritu Santo
Palabra de dios todos los dias

Oraci?n del Esp?ritu Santo

Vigilia de Pentecost?s.
Recuerdo de san Felipe Neri (1515-1595), "ap?stol de Roma".
Leer más

Libretto DEL GIORNO
Oraci?n del Esp?ritu Santo
S?bado 26 de mayo

Vigilia de Pentecost?s.
Recuerdo de san Felipe Neri (1515-1595), "ap?stol de Roma".


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Quien no renace del agua y del Esp?ritu
no puede entrar en el reino de Dios.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Efesios 5,1-20

Sed, pues, imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os am? y se entreg? por nosotros como oblaci?n y v?ctima de suave aroma. La fornicaci?n, y toda impureza o codicia, ni siquiera se mencione entre vosotros, como conviene a los santos. Lo mismo de la groser?a, las necedades o las chocarrer?as, cosas que no est?n bien; sino m?s bien, acciones de gracias. Porque tened entendido que ning?n fornicario o impuro o codicioso - que es ser id?latra - participar? en la herencia del Reino de Cristo y de Dios. Que nadie os enga?e con vanas razones, pues por eso viene le c?lera de Dios sobre los rebeldes. No teng?is parte con ellos. Porque en otro tiempo fuisteis tinieblas; mas ahora sois luz en el Se?or. Vivid como hijos de la luz; pues el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad. Examinad qu? es lo que agrada al Se?or, y no particip?is en las obras infructuosas de las tinieblas, antes bien, denunciadlas. Cierto que ya s?lo el mencionar las cosas que hacen ocultamente da verg?enza; pero, al ser denunciadas, se manifiestan a la luz. Pues todo lo que queda manifiesto es luz. Por eso se dice: Despierta t? que duermes,
y lev?ntate de entre los muertos,
y te iluminar? Cristo. As? pues, mirad atentamente c?mo viv?s; que no sea como imprudentes, sino como prudentes; aprovechando bien el tiempo presente, porque los d?as son malos. Por tanto, no se?is insensatos, sino comprended cu?l es la voluntad de Se?or. No os embriagu?is con vino, que es causa de libertinaje; llenaos m?s bien del Esp?ritu. Recitad entre vosotros salmos, himnos y c?nticos inspirados; cantad y salmodiad en vuestro coraz?n al Se?or, dando gracias continuamente y por todo a Dios Padre, en nombre de nuestro Se?or Jesucristo.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Esp?ritu del Se?or est? sobre m?,
me ha mandado llevar el anuncio gozoso a los pobres.

Aleluya, aleluya, aleluya.

El ap?stol, tras haber exhortado a los efesios a acoger y a vivir el amor de Dios, puede escribirles: "Sed, pues, imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os am?". Es la ?nica vez que aparece en el Nuevo Testamento esta exhortaci?n. Pero la idea de imitar a Dios no es nueva. Es recurrente en la Biblia y significa tener como ideal de comportamiento el que Dios mismo mostr? ante Israel: el modo de actuar de Dios es la base de la exigencia ?tica. El mismo Jes?s sigue esta l?nea: "Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo" (Lc 6,36). El creyente "vive en el amor" (v. 2), porque Dios es amor. Tambi?n dice Jes?s a los disc?pulos: "Como yo os he amado, as? os am?is tambi?n vosotros los unos a los otros" (Jn 13,34; 15,12ss). Y Jes?s nos am? hasta la muerte, que para nosotros se ha convertido en "oblaci?n de suave aroma": Dios acept? plenamente la muerte como rescate de toda la humanidad. Pablo reanuda sus exhortaciones concretas, que ahora se centran en un vicio muchas veces denunciado por la pol?mica jud?a y m?s tarde cristiana ante el paganismo: la fornicaci?n y sus derivados, la impureza y la codicia. Todos estos comportamientos -dice Pablo- deben alejarse de la vida del cristiano. Y no solo eso sino que no deber?an ni siquiera nombrarse porque manchan la santidad del cristiano, es decir, su total pertenencia a Dios. Hay que eliminar tambi?n la obscenidad, es decir, el modo indecoroso y ambiguo de hablar. Todos estos comportamientos esconden una idolatr?a. El creyente no debe dejarse enga?ar por quien plantea razonamientos necios. Estos son los "rebeldes", que han rechazado a Dios. El disc?pulo es "hijo de la luz", hijos del Evangelio: "Sois luz en el Se?or. Vivid como hijos de la luz". Es el lazo entre el don recibido y el compromiso que de ?l se deriva. No podemos, pues, permanecer en la oscuridad de la resignaci?n y del egocentrismo. "Despierta t? que duermes -escribe Pablo-, y lev?ntate de entre los muertos, y te iluminar? Cristo", y a los romanos, les dice: "Es ya hora de levantaros del sue?o; que la salvaci?n est? m?s cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. La noche est? avanzada. El d?a se avecina. Despoj?monos, pues, de las obras de las tinieblas y revist?monos de las armas de la luz" (Rm 13,11-12). Los cristianos est?n llamados a dejarse inundar por la luz del Resucitado y a transformar el mundo venciendo la insidiosa tentaci?n de resignarse al poder del mal. Por eso no hay que comportarse de manera desconsiderada, es decir, como personas que han perdido la inteligencia del Evangelio y han olvidado la fuerza del amor. La advertencia a no embriagarse es un toque de alerta para que las modas del mundo no nos aturdan, mientras que act?a con sabidur?a quien se llena del Esp?ritu, que lleva a manifestar la alegr?a con salmos, himnos y cantos espirituales.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.