ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de la Iglesia
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Memoria de la Iglesia
Jueves 14 de junio


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Yo soy el buen pastor,
mis ovejas escuchan mi voz
y devendr?n
un solo reba?o y un solo redil.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Segunda Tesalonicenses 2,13-17

Nosotros, en cambio, debemos dar gracias en todo tiempo a Dios por vosotros, hermanos, amados del Se?or, porque Dios os ha escogido desde el principio para la salvaci?n mediante la acci?n santificadora del Esp?ritu y la fe en la verdad. Para esto os ha llamado por medio de nuestro Evangelio, para que consig?is la gloria de nuestro Se?or Jesucristo. As? pues, hermanos, manteneos firmes y conservad las tradiciones que hab?is aprendido de nosotros, de viva voz o por carta. Que el mismo Se?or nuestro Jesucristo y Dios, nuestro Padre, que nos ha amado y que nos ha dado gratuitamente una consolaci?n eterna y una esperanza dichosa, consuele vuestros corazones y los afiance en toda obra y palabra buena.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

Les doy un mandamiento nuevo:
que se amen los unos a los otros.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Tras las severas descripciones del juicio divino sobre los hombres que se dejan seducir por el maligno, el ap?stol da las gracias al Se?or por los que se han mantenido fieles al Evangelio. Aquellos son "hermanos amados del Se?or". El amor de Dios es el v?nculo que une a los miembros de la Iglesia. Pablo recuerda a los tesalonicenses la especial gracia que han recibido: ser la primera ciudad de Macedonia en la que se ha predicado el Evangelio. Y nosotros la podemos definir como la primera comunidad cristiana de Europa. Aquellos respondieron a este privilegio convirti?ndose en un modelo para la Iglesia "en todo el mundo" (1 Ts 1,8). As? como fueron los primeros en recibir el Evangelio, tambi?n deb?an ser los primeros en dar testimonio de ?l. Y se convirtieron en un "centro de irradiaci?n" de la Palabra: "Partiendo de vosotros, en efecto, ha resonado la palabra del Se?or y vuestra fe en Dios se ha difundido no solo en Macedonia y en Acaya, sino por todas partes, de manera que nada nos queda por decir" (1 Ts 1,8). Pablo quer?a que los tesalonicenses continuaran comunicando el Evangelio para que resonara en el coraz?n de los hombres la voz misma de Dios. Ya en la primera ep?stola el ap?stol daba gracias al Se?or: "De ah? que tambi?n por nuestra parte no cesemos de dar gracias a Dios porque, al recibir la palabra de Dios que os predicamos, la acogisteis, no como palabra de hombre, sino cual es en verdad, como palabra de Dios, que permanece activa en vosotros, los creyentes" (1 Ts 2,13). El crecimiento de la predicaci?n impulsa a todo el mundo a la salvaci?n que es conseguir "la gloria de nuestro Se?or Jesucristo" (2,14). Pero mientras caminamos por esta tierra como peregrinos, nadie puede afirmar estar seguro de la salvaci?n. En un tiempo de tentaci?n y de lucha, el cristiano se encuentra siempre en peligro. Siempre podemos hacer que el don que hemos recibido sea en vano, como recuerda el ap?stol. Nadie debe descuidar el mandamiento de Dios, porque correr?a el riesgo de perder la vida verdadera: "Manteneos firmes y conservad las tradiciones que hab?is aprendido de nosotros, de viva voz o por carta" (2,15). A los filipenses Pablo les recuerda: "Lo que importa es que vosotros llev?is una conducta digna del Evangelio de Cristo, para que tanto si voy a veros como si estoy ausente, oiga de vosotros que os manten?is firmes en un mismo esp?ritu y luch?is un?nimes por la fe del Evangelio, sin dejaros intimidar en nada por los adversarios. Esto ser? para ellos una se?al de perdici?n, y para vosotros, de salvaci?n. Tal es el designio de Dios" (Flp 1,27ss). Existe un v?nculo directo entre el Evangelio predicado y la vida de la comunidad. Pablo lo escrib?a tambi?n a los corintios: "Os hago saber, hermanos, el Evangelio que os prediqu?, que hab?is recibido y en el cual permanec?is firmes, por el cual tambi?n sois salvados, si lo guard?is tal como os lo prediqu?... Si no, ?habr?ais cre?do en vano!" (1 Co 15,1ss). Y ruega al Se?or que consuele sus corazones y los afiance "en toda obra y palabra buena". Todo, en efecto, proviene del amor del Padre que da consuelo y esperanza.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.