ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de Jes?s crucificado
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Memoria de Jes?s crucificado
Viernes 8 de marzo


Lectura de la Palabra de Dios

Gloria a ti, oh Se?or, sea gloria a ti

Este es el Evangelio de los pobres,
la liberaci?n de los prisioneros,
la vista de los ciegos,
la libertad de los oprimidos.

Gloria a ti, oh Se?or, sea gloria a ti

Primera Corintios 10,14-33

Por eso, queridos, huid de la idolatr?a. Os hablo como a prudentes. Juzgad vosotros lo que digo. La copa de bendici?n que bendecimos ?no es acaso comuni?n con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos ?no es comuni?n con el cuerpo de Cristo? Porque aun siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos de un solo pan. Fijaos en el Israel seg?n la carne. Los que comen de las v?ctimas ?no est?n acaso en comuni?n con el altar? ?Qu? digo, pues? ?Que lo inmolado a los ?dolos es algo? O ?que los ?dolos son algo? Pero si lo que inmolan los gentiles, ?lo inmolan a los demonios y no a Dios! Y yo no quiero que entr?is en comuni?n con los demonios. No pod?is beber de la copa del Se?or y de la copa de los demonios. No pod?is participar de la mesa del Se?or y de la mesa de los demonios. ?O es que queremos provocar los celos del Se?or? ?Somos acaso m?s fuertes que ?l? ?Todo es l?cito?, mas no todo es conveniente. ?Todo es l?cito?, mas no todo edifica. Que nadie procure su propio inter?s, sino el de los dem?s. Comed todo lo que se vende en el mercado sin plantearos cuestiones de conciencia; pues del Se?or es la tierra y todo cuanto contiene. Si un infiel os invita y vosotros acept?is, comed todo lo que os presente sin plantearos cuestiones de conciencia. Mas si alguien os dice: ?Esto ha sido ofrecido en sacrificio?, no lo com?is, a causa del que lo advirti? y por motivos de conciencia. No me refiero a tu conciencia, sino a la del otro; pues ?c?mo va a ser juzgada la libertad de mi conciencia por una conciencia ajena? Si yo tomo algo dando gracias, ?por qu? voy a ser reprendido por aquello mismo que tomo dando gracias? Por tanto, ya com?is, ya beb?is o hag?is cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios. No deis esc?ndalo ni a jud?os ni a griegos ni a la Iglesia de Dios; lo mismo que yo, que me esfuerzo por agradar a todos en todo, sin procurar mi propio inter?s, sino el de la mayor?a, para que se salven.

 

Gloria a ti, oh Se?or, sea gloria a ti

El Hijo del hombre,
ha venido a servir,
quien quiera ser grande
se haga siervo de todos.

Gloria a ti, oh Se?or, sea gloria a ti

El ap?stol vuelve a hablar de la carne sacrificada a los ?dolos y exhorta a los cristianos de Corinto a huir de la idolatr?a, es decir, a no ponerse al servicio de los ?dolos de este mundo. Y son muchos los ?dolos a los que a veces se presentan ofrendas y en cuyos altares se sacrifica la vida. Solo hay que pensar en el dinero, en la carrera, en el poder, en la primac?a absoluta del yo. Son innumerables las v?ctimas humanas sacrificadas en estos altares. El ap?stol, con amor paterno, exhorta: ?Queridos, huid de la idolatr?a? (v. 14). No se trata de condenar las cosas del mundo, que el ap?stol las considera buenas: ?Del Se?or es la tierra y todo cuanto contiene? (v. 26). El problema es no ser esclavos de ellas. A continuaci?n Pablo pasa a hablar del misterio de la Eucarist?a: es el ?nico altar en torno al cual los cristianos est?n llamados a reunirse, y que libera de todos los dem?s altares. La Eucarist?a se convierte as? en el eje de la vida de la Iglesia y en fuente de la comuni?n entre los creyentes. La participaci?n en el ?nico pan y en el ?nico c?liz hace de los m?ltiples cuerpos uno solo: ?Porque uno solo es el pan, aun siendo muchos, un solo cuerpo somos, pues todos participamos del mismo pan? (v. 17). Con sabidur?a dice san Agust?n: ?En este pan veis lo que sois y recib?s lo que sois?. La Eucarist?a, en efecto, transforma a quien la recibe: construye la Iglesia, la edifica en un solo cuerpo. Es el camino de la verdadera edificaci?n. La participaci?n en la liturgia eucar?stica nos convierte en comensales de Cristo, y por ello en imitadores suyos. Quien se alimenta de Cristo se transforma en el cuerpo de Cristo, y por eso no puede comportarse de manera distinta a ?l. ?Por tanto ?dice Pablo?, ya com?is, ya beb?is o hag?is cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios? (v. 31). As? lo hizo Jes?s, cuyo alimento era hacer en todo la voluntad del Padre. ?se es tambi?n el camino del disc?pulo, nuestro camino.

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.