ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de los ap?stoles
Palabra de dios todos los dias

Memoria de los ap?stoles

Memoria del ap?stol Tom?s. Confes? a Jes?s como su Se?or y, seg?n la tradici?n, dio testimonio de ?l hasta la India.
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Libretto DEL GIORNO
Memoria de los ap?stoles

Salmo responsorial

Salmo 94 (95)

Venid, cantemos gozosos a Yahveh,
aclamemos a la Roca de nuestra salvaci?n;

con acciones de gracias vayamos ante ?l,
aclam?mosle con salmos.

Porque es Yahveh un Dios grande,
Rey grande sobre todos los dioses;

en sus manos est?n las honduras de la tierra,
y suyas son las cumbres de los montes;

suyo el mar, pues ?l mismo lo hizo,
y la tierra firme que sus manos formaron.

Entrad, adoremos, prostern?monos,
?de rodillas ante Yahveh que nos ha hecho!

Porque ?l es nuestro Dios,
y nosotros el pueblo de su pasto,
el reba?o de su mano.
?Oh, si escucharais hoy su voz!:

No endurezc?is vuestro coraz?n como en Merib?,
como el d?a de Mass? en el desierto,

donde me pusieron a prueba vuestros padres,
me tentaron aunque hab?an visto mi obra.

Cuarenta a?os me asque? aquella generaci?n,
y dije: Pueblo son de coraz?n torcido,
que mis caminos no conocen.

"Y por eso en mi c?lera jur?:
?No han de entrar en mi reposo!"""

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.