ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de la Madre del Se?or
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Memoria de la Madre del Se?or

Salmo responsorial

Salmo 13 (14)

Dice en su coraz?n el insensato:
"?No hay Dios!"
Corrompidos est?n, de conducta abominable,
no hay quien haga el bien.

Se asoma Yahveh desde los cielos
hacia los hijos de Ad?n,
por ver si hay un sensato,
alguien que busque a Dios.

Todos ellos est?n descarriados,
en masa pervertidos.
No hay nadie que haga el bien.
ni uno siquiera.

?No aprender?n todos los agentes de mal
que comen a mi pueblo
como se come el pan,
y a Yahveh no invocan?

All? de espanto temblar?n
donde nada hay que espante,
que Dios est? por la raza del justo:

de los planes del desdichado os burl?is.
mas Yahveh es su refugio.

?Qui?n traer? de Si?n la salvaci?n de Israel?
Cuando cambie Yahveh la suerte de su pueblo,
exultar? Jacob, se alegrar? Israel.

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.