ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de los pobres
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Memoria de los pobres

Salmo responsorial

Psaume 73 (74)

?Por qu? has de rechazar, oh Dios, por siempre,
por qu? humear de c?lera contra el reba?o de tu pasto?

Acu?rdate de la comunidad que de antiguo adquiriste,
la que t? rescataste, tribu de tu heredad,
y del monte Si?n donde pusiste tu morada.

Gu?a tus pasos a estas ruinas sin fin:
todo en el santuario lo ha devastado el enemigo.

En el lugar de tus reuniones rugieron tus adversarios,
pusieron sus ense?as, ense?as

que no se conoc?an,
en el front?n de la entrada.
Machetes en bosque espeso,

a una cercenaban sus jambas,
y con hacha y martillo desgajaban.

Prendieron fuego a tu santuario,
por tierra profanaron la mansi?n de tu nombre.

Dijeron en su coraz?n: "?Destruy?moslos en bloque!"
Quemaron en la tierra todo lugar de santa reuni?n.

No vemos nuestras ense?as, no existen ya profetas,
ni nadie entre nosotros que sepa hasta cu?ndo.

?Hasta cu?ndo, oh Dios, provocar? el adversario?
?Ultrajar? tu nombre por siempre el enemigo?

?Por qu? retraes tu mano,
y en tu seno retienes escondida tu diestra?

Oh Dios, mi rey desde el principio,
autor de salvaci?n en medio de la tierra,

t? hendiste el mar con tu poder,
quebraste las cabezas de los monstruos en las aguas;

t? machacaste las cabezas de Leviat?n
y las hiciste pasto de las fieras;

t? abriste manantiales y torrentes,
y secaste r?os inagotables;

tuyo es el d?a, tuya tambi?n la noche,
t? la luna y el sol estableciste,

t? trazaste todos los confines de la tierra,
el verano y el invierno t? formaste.

Recu?rdalo, Yahveh: provoca el enemigo,
tu nombre ultraja un pueblo necio.

No entregues a la bestia el alma de tu t?rtola,
la vida de tus pobres no olvides para siempre.

Piensa en la alianza, que est?n llenos
los rincones del pa?s de guaridas de violencia.

?No vuelva cubierto de verg?enza el oprimido;
el humilde y el pobre puedan loar tu nombre!

?Alzate, oh Dios, a defender tu causa,
acu?rdate del necio que te provoca todo el d?a!

No olvides el griter?o de tus adversarios,
el clamor de tus agresores que crece sin cesar!

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.