ORACIÓN CADA DÍA

Oraci?n por la Paz
Palabra de dios todos los dias

Oraci?n por la Paz

Aniversario del comienzo del ministerio pastoral del papa Benedicto XVI. Leer más

Libretto DEL GIORNO
Oraci?n por la Paz
Jueves 19 de abril

Salmo responsorial

Psaume 54 (55)

Escucha, oh Dios, mi oraci?n,
no te retraigas a mi s?plica,

dame o?dos, resp?ndeme,
en mi queja me agito.
Gimo

ante la voz del enemigo,
bajo el abucheo del imp?o;
pues vierten sobre m? falsedades
y con sa?a me hostigan.

Se me estremece dentro el coraz?n,
me asaltan pavores de muerte;

miedo y temblor me invaden,
un escalofr?o me atenaza.

Y digo: ?Qui?n me diera alas como a la paloma
para volar y reposar!

Huir?a entonces lejos,
en el desierto morar?a.

En seguida encontrar?a un asilo
contra el viento furioso y la tormenta. Pausa.

?Oh, pi?rdelos, Se?or,
enreda sus lenguas!,
pues veo discordia
y altercado en la ciudad;

rondan d?a y noche
por sus murallas.
Y dentro de ella falsedad y malicia,

insidias dentro de ella,
jam?s se ausentan de sus plazas
la tiran?a y el enga?o.

Si todav?a un enemigo me ultrajara,
podr?a soportarlo;
si el que me odia se alzara contra m?,
me esconder?a de ?l.

?Pero t?, un hombre de mi rango,
mi compa?ero, mi ?ntimo,

con quien me un?a una dulce intimidad,
en la Casa de Dios!
?Oh, v?yanse en tumulto,

caiga la muerte sobre ellos,
vivos en el seol se precipiten,
pues est? el mal instalado en medio de ellos!

Yo, en cambio, a Dios invoco,
y Yahveh me salva.

A la tarde, a la ma?ana, al mediod?a
me quejo y gimo:
?l oye mi clamor.

En paz mi alma rescata
de la guerra que me hacen:
aunque sean muchos contra m?,

Dios escucha y los humilla,
?l, que reina desde siempre.
Pero ellos sin enmienda,
y sin temor de Dios.

Cada uno extiende su mano contra sus aliados,
viola su alianza;

m?s blanda que la crema es su boca,
pero su coraz?n es s?lo guerra;
sus palabras, m?s suaves que el aceite,
son espadas desnudas.

Descarga en Yahveh tu peso,
y ?l te sustentar?;
no dejar? que para siempre
zozobre el justo.

Y t?, oh Dios, los hundir?s
en el pozo de la fosa,
a los hombres de sangre y de fraude,
sin alcanzar la mitad de sus d?as.
Mas yo conf?o en ti.

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.